La séptima versión de la Caravana del Orgullo de ser Orureño, transcurrió ayer por las principales calles de la ciudad, entre banderas rojo carmesí y alborozo general, con la finalidad de infundir en la gente civismo y amor por esta valerosa tierra que tiene precisamente en ella, su riqueza más importante.
Como una de las actividades fundamentales para la celebración de los 404 años de Fundación de la ciudad de Oruro, creada con el denominativo de Villa Real de San Felipe de Austria, ayer por la tarde se llevó a cabo este acontecimiento eminentemente cívico.
Esta actividad organizada por el Rotarac Club San Miguel y el Gobierno Autónomo Municipal de Oruro, año que pasa cobra mayor relevancia y participación de orgullosos ciudadanos orureños, de diferentes instituciones y organizaciones vivas de la ciudad, como la Alcaldía Municipal, el Comité Cívico, la Central Obrera Departamental (COD), la Federación de Juntas Vecinales (Fedjuve), Ministerio Público, además de unidades educativas.
Es por esta situación que al margen de la participación de personas adultas, se pudo evidenciar la presencia de gran cantidad de niños y jóvenes, que se constituyen en el presente de esta tierra pujante.
En este cúmulo de instituciones también se hizo presente “La Temible”, barra del Club San José, que sin duda alguna se encuentra dentro de las pasiones que el orureño posee con orgullo, al igual que el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Entre las autoridades que participaron la alcaldesa Rossío Pimentel sostuvo que la principal riqueza de esta tierra es su gente valiente y luchadora; en tanto que el presidente del Comité Cívico, Lino Rocha manifestó que Oruro es un pueblo lleno de valores y de gente digna, mientras que el secretario de Relaciones de la Central Obrera Departamental (COD) Germán Chaparro destacó la caravana, que imbuye de amor a la tierra que los viera nacer.
Un hecho especial es que el municipio permitió la construcción de un escenario en la esquina de la calle Bolívar y La Plata donde estaba prevista la actuación de algunos conjuntos para ser parte de la serenata celebrando el 1° de Noviembre fecha de Fundación de la Villa Real de San Felipe de Austria.
Como siempre sucede con actividades parecidas, el congestionamiento vehicular que provocó, motivó a los chóferes del transporte público aplicar el cobro de tarifas superiores a las acostumbradas.
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sábado, 30 de octubre de 2010
Santa Cruz Alistan actos por los 404 años de fundación de Oruro
Los residentes orureños en Santa Cruz se encuentran ultimando detalles para la celebración de los 404 años de la fundación de la ciudad de Oruro por el licenciado Manuel Castro Castillo y Padilla, el 1 de noviembre de 1606.
Oruro se ha caracterizado tradicionalmente por ser un pueblo con vida propia, por sus hijos laboriosos, persistentes con mentalidad y el espíritu forjador y también por su espectacular Carnaval, patrimonio oral e intangible de la humanidad.
Mañana, los residentes se reunirán en la plaza 24 de Septiembre a las 11:00 para luego ir a compartir un almuerzo en el Rincón Orureño. El lunes colocarán una ofrenda floral a los pies de Warnes.
jueves, 7 de octubre de 2010
Oruro se lució en festejos del Bicentenario de su revolución
La capital del folklore estuvo ayer de fiesta por el Bicentenario de su grito libertario. Sus pobladores salieron a las calles para demostrar su civismo, así se vio en el tradicional desfile que contó con la presencia de autoridades gubernamentales, locales, de la Policía y los militares.
Según ANF, tras la ceremonia religiosa, el presidente Evo Morales participó en los actos cívicos de la revolución liderada hace 200 años por Tomás Barrón y que dio paso a la victoria en la Batalla de Aroma.
“Bolivia, Latinoamérica vive grandes festejos, pero es importante hacer una reflexión porque esas rebeliones eran contra los imperios y esa lucha continúa”, comentó el jefe gubernamental en el ambiente de celebración que inundó Oruro.
Del 6 de Octubre al 14 de Noviembre de 1810
•Por: Prof. María Luisa Zevallos Villegas
El año 1810 es el segundo año de las revoluciones en el Alto Perú, mientras es el primero en otras regiones sujetas a la corona de España.
Cinco insurrecciones revolucionarias en un solo año y dos combates victoriosos son la pauta del espíritu libertario en el Alto Perú, que surgió del conflicto entre los Virreinatos del Perú y Buenos Aires por tener bajo su dominio el Alto Perú y sus riquezas naturales. Los abusos de los corregidores y los caciques cobradores de reales tributos y la injusticia impuesta a los naturales impulsaron las ideas claras de independencia y libertad. Al principio de la lucha por la independencia, se derramó sangre por mantener la autoridad del Rey Fernando VII, tan discutida frente a las ambiciones de Napoleón, de dominar a España, junto a los trabajos secretos de Doña Carlota de reinar en las colonias, mientras durase la prisión de su hermano el Rey Fernando VII… En los albores de la Gran Guerra de la Independencia, este concepto junto al de Libertad, sufrió una verdadera evolución, necesitó tiempo para que se concibiera el verdadero fin que se perseguía.
Buenos Aires después de la revolución del 25 de mayo de 1810, con la soberanía otorgada por el Cabildo, nombró una Junta Gubernativa de las provincias del Río de La Plata, imponiendo al mismo tiempo y mandó una expedición militar a las provincias del interior. Esta expedición constituyó el Primer Ejército Auxiliar, al mando del General Antonio González Balcarce y Juan José Castelli que debían ingresar al Alto Perú por el sur. En este momento es importante y estratégica la ubicación geográfica de Oruro.
Durante el año de 1810, se produjo la revolución de Cochabamba el14 de septiembre, la de Santa Cruz el 24 de septiembre .En Oruro el 6 de octubre el pueblo se levanta con Tomás Barrón como caudillo de esta revolución y cambia la dirección de su Cabildo hacia la causa patriótica. En Moxos, que por entonces era una gobernación independiente del Virreinato de Buenos Aires y dependía directamente de la Audiencia de Charcas, tenía como Gobernador a Pedro Pablo de Urquijo, se sublevaron, porque allí, solamente las vías fluviales eran las únicas que comunicaban a Moxos con el resto del mundo.
Remar era para el mojeño lo que la mita de Potosí para el indio de las regiones andinas. En aquellas ex misiones jesuíticas estaban gobernadas por un cabildo civil por funcionarios de la corona, optaron por dar mayor jerarquía a los caciques Canichanas como Juan Maraza su cacique principal, que se hizo reconocer como único gobernador de la provincia. Urquijo surge la figura de Pedro Ignacio Muiba célebre cacique de Trinidad que logró movilizar a los mojeños manteniendo contacto con Juan Maraza, con quien al principio eran aliados con el cacique González, pero Maraza tomó partido a favor del Gobernador Urquijo.
Los sucesos de Buenos Aires, de Cochabamba y el de Santa Cruz, se conocieron en Moxos y los indios se sublevaron el 9 de noviembre de 1810 en Trinidad, negándose a tripular las embarcaciones ordenadas por Urquijo. La insurrección se prolongó durante toda la noche. Al día siguiente apareció Muiba con el cacique de Loreto José Bopi, exigiendo la presencia de Urquijo para ahorcarlo, sólo la intervención de los curas lo salvaron. Restablecida la autoridad real en Loreto con la captura de Bopi y Pedro Ignacio Muiba, los sometieron a muerte cruel y se hizo escarnio de sus restos.
Junto a estos esfuerzos se inscribe también la revolución de Potosí el 10 de noviembre del mismo año de 1810, que unidos al triunfo de la Batalla de Suipacha el 7 de noviembre con el valor y decisión de la caballería chicheña del Cnl. Pedro Arraya, los gauchos de Martín Güemes y la avanzada del Primer Ejército Auxiliar del Norte contra los realistas del General José de Córdova. Otro triunfo del ejército patriota genuinamente alto peruano, conformado de milicias de voluntarios orureños y cochabambinos, que enfrentó a las fuerzas del Cnl. Fermín Piérola es la Gloriosa Batalla de Aroma el14 de noviembre de 1810.
Las provincias del Alto Perú, dieron muestras de patriotismo y sacrificio y simpatizaron con la Junta Gubernativa Revolucionaria de Buenos Aires. El 20 de junio de 1810 el Gobernador de Potosí Francisco de Paula Sanz comunicó al Presidente Nieto de la Revolución de Buenos Aires, consumada el 25 de mayo. El aviso le llenó de estupor y se apresuró en tomar medidas contra aquel acontecimiento, hizo jurar obediencia al Supremo Consejo de Regencia, y promovió un Congreso que fracasó porque no asistieron muchos y los pocos que estuvieron resolvieron pedir apoyo al Virrey Abascal del Perú, incorporando las provincias alto peruanas al Virreinato de Lima, cuyas medidas fueron enviar refuerzos. Para ello Goyeneche, recolectaba milicias en Arequipa, Puno y el Cuzco para invadir territorio Alto peruano.
Entretanto al finalizar el mes de julio de 1810 en la Villa de Oruro, circulaban alarmantes rumores sobre una nueva sublevación de indios en el pueblo de San Agustín de Toledo, el pueblo más numeroso de la jurisdicción de Paria.
Los naturales se amotinaron contra las autoridades locales por la destitución de su legítimo cacique cobrador de tributos reales Manuel Victoriano Aguilario de Titichoca, que no fue restituido desde noviembre de 1809.
Esta vez la insurgencia se presentaba con propósitos de vastos alcances promovidos por el cacique Titichoca, el canónigo Andrés Jiménez Manco Cápac, el abogado Pedro Rivera y los nativos Carlos Choque y Santos Colque. Este alzamiento abortó por la persecución que dispusiera el Presidente Nieto, ofreciendo 500 pesos por la cabeza de cada uno de ellos, no pudieron encontrarlos, razón por la que fueron juzgados en rebeldía.
Las autoridades de la Villa de Oruro, tomaron recaudos defensivos, ante la amenaza de una invasión, por el temor que se apoderó de la gente que empezó a abandonar la Villa. En el Cabildo decidieron pedir socorro militar al Gobernador de Cochabamba José González Prada para resguardar la Villa y las Cajas Reales que envió un destacamento de 300 plazas, al mando del Tcnl. Francisco del Rivero, como segundo al Capitán Esteban Arze y al sargento Melchor Guzmán, “para sorprender y aprehender o castigar al rebelde Titichoca”. Esta guarnición devolvió momentáneamente tranquilidad a Oruro.
Entretanto el Presidente de la Audiencia de Charcas Vicente Nieto dispuso que todas las tropas se concentraran en Potosí, y, que todo hombre de mayoría de edad de la Villa de Oruro, debiera enrolarse en la fuerza que se armaba para enfrentar al Ejército de González Balcarce que desde Buenos Aires ya se internaba en el Alto Perú.
Francisco Del Rivero, Esteban Arze y Melchor Guzmán, se rebelaron en Oruro y decidieron no llevar su tropa a Potosí. La noche del 6 de septiembre la tropa del Tcnl. Del Rivera desertó del cuartel de La Fortaleza. Rivero informó este asunto al Cabildo y supuestamente con permiso oficial volvió a Cochabamba el 11 de septiembre y allí junto a Esteban Arze, Melchor Guzmán y otros encabezaron la Revolución del 14 de Septiembre de 1810.
El Cabildo de la Villa de Oruro conoció de estos sucesos y levantó un proceso para averiguar la verdad, mientras la población presionada por la orden que les imponía reclutarse en el ejército realista, decidieron abandonar la ciudad. El Presidente Nieto ordenó al Ayuntamiento defender la Villa con penas “gravísimas para los que desamparen sus hogares”.
De este modo el memorable día 6 de octubre, mientras el Cabildo discutía la aplicación de la orden, el pueblo se levantó en tumultuosa expresión enardecida, exigiendo la renuncia de las autoridades, Tomás Barrón que fuera Sub Delegado de Hacienda y Guerra, encabezó I revuelta y en actitud abierta, anunciaba a la población que Oruro se levantaba en Revolución plegándose a Cochabamba y Buenos Aires.
El Cabildo, indeciso al principio, decidió no publicar el bando “por multitud de graves motivos” considerando que la orden era extemporánea, pues la mitad de la población había abandonado la Villa y no contaba con fuerza suficiente para impedir la fuga de los vecinos y terminó por ceder ante la presión belicosa y airada de la población que permaneció en actitud decidida y resuelta hasta consumar la revolución.
El 8 de octubre se organizó un nuevo Cabildo revolucionario ratificando a algunos cabildantes que asumieron la causa patriota como Alcalde Ordinario de Primer Voto José Antonio Ramallo, Regidor Alcalde Mayor Provincial José Mariano del Castillo, José Manuel Santander, Tadeo y La Torre, Francisco Guerra, José Arzabe, Pedro Antonio Polo, José Manuel Salinas, ante la aprobación del vecindario. Sus determinaciones fueron:
1.- Reconocer obediencia a la Junta Gubernativa de Buenos Aires.
2.- Reconocer y apoyar a la Revolución de Cochabamba y al Gobierno Revolucionario de Francisco del Rivero.
3.- Preservar los dineros de las Cajas Reales para la causa.
4.- Organizar milicias con voluntarios.
A fines de octubre Francisco Del Rivero comisionó a Esteban Arze y Melchor Guzmán para llegar a Oruro y fortalecer su tropa y así lo hicieron, gracias a la actitud dinámica de Don Tomás Barrón. Reclutaron tropa de voluntarios orureños, para que junto a los cochabambinos enfrentaran en Aroma, el 14 de noviembre de 1810 al ejército realista del Cnl. Fermín Piérola. Se organizaron cuatro compañías de voluntarios orureños; pero en los archivos históricos solamente figura la “Lista de la Segunda Compañía de Voluntarios de esta Villa De San Felipe de Austria, en Oruro a los 26 días del mes de Octubre de 1810” a la cabeza del Capitán Gregorio Sempértegui, Teniente Miguel Aparicio Rocha, Subteniente Juan Pablo Lira, Sargentos Ventura Quevedo, Manuel Mendieta, José Rodríguez y 79 soldados que combatieron en Aroma junto a un numeroso contingente de voluntarios orureños.
Todos estos acontecimientos han sido recuperados por la investigación prolija del historiador orureño Don Marcos Beltrán Ávila en 1918 en su libro “Historia del Alto Perú en el Año 1810” y en “Capítulos de la Historia Colonial de Oruro” publicado en 1925.
Eufronio Viscarra en su “Biografía del General Esteban Arze” dice: “Oruro contribuyó para la guerra, con una cifra considerable de soldados que se agregó a las tropas de Cochabamba... siete días después de la batalla de Suipacha armada tan sólo de garrotes, cañones de estaño fundidos por ella y unas pocas armas de fuego, salió en busca del enemigo y en campo abierto, cuerpo a cuerpo, derrotó a palos a las tropas regladas que a nombre del rey y a órdenes del Coronel Piérola, salieron de La Paz a batirlos en la gloriosa pampa de Aruhuma vulgarmente llamada Aroma, allí se recuerda uno de los hechos más gloriosos de la historia americana... cuenta la historia al mundo”. Valerosos cochabambinos, ante vuestras macanas el enemigo tiembla”. (Viscarra: 89- 1910).
Este acontecimiento para honor y eterna gloria, se ha instituido años después con Resolución del Comando General del Ejército como el Día del Ejercito de Bolivia, cuyo Bicentenario se conmemorará el próximo 14 de noviembre de 2010.
Oruro se inscribe en el marco del Bicentenario de la gesta de la Independencia Nacional e Iberoamericana con la REVOLUCION DEL 6 DE OCTUBRE DE 1810. Honrando esta fecha, Oruro se honrará a sí misma
(*) Es miembro de la Sociedad de Historia y Geografía de Oruro y del Comité del Bicentenario.
El año 1810 es el segundo año de las revoluciones en el Alto Perú, mientras es el primero en otras regiones sujetas a la corona de España.
Cinco insurrecciones revolucionarias en un solo año y dos combates victoriosos son la pauta del espíritu libertario en el Alto Perú, que surgió del conflicto entre los Virreinatos del Perú y Buenos Aires por tener bajo su dominio el Alto Perú y sus riquezas naturales. Los abusos de los corregidores y los caciques cobradores de reales tributos y la injusticia impuesta a los naturales impulsaron las ideas claras de independencia y libertad. Al principio de la lucha por la independencia, se derramó sangre por mantener la autoridad del Rey Fernando VII, tan discutida frente a las ambiciones de Napoleón, de dominar a España, junto a los trabajos secretos de Doña Carlota de reinar en las colonias, mientras durase la prisión de su hermano el Rey Fernando VII… En los albores de la Gran Guerra de la Independencia, este concepto junto al de Libertad, sufrió una verdadera evolución, necesitó tiempo para que se concibiera el verdadero fin que se perseguía.
Buenos Aires después de la revolución del 25 de mayo de 1810, con la soberanía otorgada por el Cabildo, nombró una Junta Gubernativa de las provincias del Río de La Plata, imponiendo al mismo tiempo y mandó una expedición militar a las provincias del interior. Esta expedición constituyó el Primer Ejército Auxiliar, al mando del General Antonio González Balcarce y Juan José Castelli que debían ingresar al Alto Perú por el sur. En este momento es importante y estratégica la ubicación geográfica de Oruro.
Durante el año de 1810, se produjo la revolución de Cochabamba el14 de septiembre, la de Santa Cruz el 24 de septiembre .En Oruro el 6 de octubre el pueblo se levanta con Tomás Barrón como caudillo de esta revolución y cambia la dirección de su Cabildo hacia la causa patriótica. En Moxos, que por entonces era una gobernación independiente del Virreinato de Buenos Aires y dependía directamente de la Audiencia de Charcas, tenía como Gobernador a Pedro Pablo de Urquijo, se sublevaron, porque allí, solamente las vías fluviales eran las únicas que comunicaban a Moxos con el resto del mundo.
Remar era para el mojeño lo que la mita de Potosí para el indio de las regiones andinas. En aquellas ex misiones jesuíticas estaban gobernadas por un cabildo civil por funcionarios de la corona, optaron por dar mayor jerarquía a los caciques Canichanas como Juan Maraza su cacique principal, que se hizo reconocer como único gobernador de la provincia. Urquijo surge la figura de Pedro Ignacio Muiba célebre cacique de Trinidad que logró movilizar a los mojeños manteniendo contacto con Juan Maraza, con quien al principio eran aliados con el cacique González, pero Maraza tomó partido a favor del Gobernador Urquijo.
Los sucesos de Buenos Aires, de Cochabamba y el de Santa Cruz, se conocieron en Moxos y los indios se sublevaron el 9 de noviembre de 1810 en Trinidad, negándose a tripular las embarcaciones ordenadas por Urquijo. La insurrección se prolongó durante toda la noche. Al día siguiente apareció Muiba con el cacique de Loreto José Bopi, exigiendo la presencia de Urquijo para ahorcarlo, sólo la intervención de los curas lo salvaron. Restablecida la autoridad real en Loreto con la captura de Bopi y Pedro Ignacio Muiba, los sometieron a muerte cruel y se hizo escarnio de sus restos.
Junto a estos esfuerzos se inscribe también la revolución de Potosí el 10 de noviembre del mismo año de 1810, que unidos al triunfo de la Batalla de Suipacha el 7 de noviembre con el valor y decisión de la caballería chicheña del Cnl. Pedro Arraya, los gauchos de Martín Güemes y la avanzada del Primer Ejército Auxiliar del Norte contra los realistas del General José de Córdova. Otro triunfo del ejército patriota genuinamente alto peruano, conformado de milicias de voluntarios orureños y cochabambinos, que enfrentó a las fuerzas del Cnl. Fermín Piérola es la Gloriosa Batalla de Aroma el14 de noviembre de 1810.
Las provincias del Alto Perú, dieron muestras de patriotismo y sacrificio y simpatizaron con la Junta Gubernativa Revolucionaria de Buenos Aires. El 20 de junio de 1810 el Gobernador de Potosí Francisco de Paula Sanz comunicó al Presidente Nieto de la Revolución de Buenos Aires, consumada el 25 de mayo. El aviso le llenó de estupor y se apresuró en tomar medidas contra aquel acontecimiento, hizo jurar obediencia al Supremo Consejo de Regencia, y promovió un Congreso que fracasó porque no asistieron muchos y los pocos que estuvieron resolvieron pedir apoyo al Virrey Abascal del Perú, incorporando las provincias alto peruanas al Virreinato de Lima, cuyas medidas fueron enviar refuerzos. Para ello Goyeneche, recolectaba milicias en Arequipa, Puno y el Cuzco para invadir territorio Alto peruano.
Entretanto al finalizar el mes de julio de 1810 en la Villa de Oruro, circulaban alarmantes rumores sobre una nueva sublevación de indios en el pueblo de San Agustín de Toledo, el pueblo más numeroso de la jurisdicción de Paria.
Los naturales se amotinaron contra las autoridades locales por la destitución de su legítimo cacique cobrador de tributos reales Manuel Victoriano Aguilario de Titichoca, que no fue restituido desde noviembre de 1809.
Esta vez la insurgencia se presentaba con propósitos de vastos alcances promovidos por el cacique Titichoca, el canónigo Andrés Jiménez Manco Cápac, el abogado Pedro Rivera y los nativos Carlos Choque y Santos Colque. Este alzamiento abortó por la persecución que dispusiera el Presidente Nieto, ofreciendo 500 pesos por la cabeza de cada uno de ellos, no pudieron encontrarlos, razón por la que fueron juzgados en rebeldía.
Las autoridades de la Villa de Oruro, tomaron recaudos defensivos, ante la amenaza de una invasión, por el temor que se apoderó de la gente que empezó a abandonar la Villa. En el Cabildo decidieron pedir socorro militar al Gobernador de Cochabamba José González Prada para resguardar la Villa y las Cajas Reales que envió un destacamento de 300 plazas, al mando del Tcnl. Francisco del Rivero, como segundo al Capitán Esteban Arze y al sargento Melchor Guzmán, “para sorprender y aprehender o castigar al rebelde Titichoca”. Esta guarnición devolvió momentáneamente tranquilidad a Oruro.
Entretanto el Presidente de la Audiencia de Charcas Vicente Nieto dispuso que todas las tropas se concentraran en Potosí, y, que todo hombre de mayoría de edad de la Villa de Oruro, debiera enrolarse en la fuerza que se armaba para enfrentar al Ejército de González Balcarce que desde Buenos Aires ya se internaba en el Alto Perú.
Francisco Del Rivero, Esteban Arze y Melchor Guzmán, se rebelaron en Oruro y decidieron no llevar su tropa a Potosí. La noche del 6 de septiembre la tropa del Tcnl. Del Rivera desertó del cuartel de La Fortaleza. Rivero informó este asunto al Cabildo y supuestamente con permiso oficial volvió a Cochabamba el 11 de septiembre y allí junto a Esteban Arze, Melchor Guzmán y otros encabezaron la Revolución del 14 de Septiembre de 1810.
El Cabildo de la Villa de Oruro conoció de estos sucesos y levantó un proceso para averiguar la verdad, mientras la población presionada por la orden que les imponía reclutarse en el ejército realista, decidieron abandonar la ciudad. El Presidente Nieto ordenó al Ayuntamiento defender la Villa con penas “gravísimas para los que desamparen sus hogares”.
De este modo el memorable día 6 de octubre, mientras el Cabildo discutía la aplicación de la orden, el pueblo se levantó en tumultuosa expresión enardecida, exigiendo la renuncia de las autoridades, Tomás Barrón que fuera Sub Delegado de Hacienda y Guerra, encabezó I revuelta y en actitud abierta, anunciaba a la población que Oruro se levantaba en Revolución plegándose a Cochabamba y Buenos Aires.
El Cabildo, indeciso al principio, decidió no publicar el bando “por multitud de graves motivos” considerando que la orden era extemporánea, pues la mitad de la población había abandonado la Villa y no contaba con fuerza suficiente para impedir la fuga de los vecinos y terminó por ceder ante la presión belicosa y airada de la población que permaneció en actitud decidida y resuelta hasta consumar la revolución.
El 8 de octubre se organizó un nuevo Cabildo revolucionario ratificando a algunos cabildantes que asumieron la causa patriota como Alcalde Ordinario de Primer Voto José Antonio Ramallo, Regidor Alcalde Mayor Provincial José Mariano del Castillo, José Manuel Santander, Tadeo y La Torre, Francisco Guerra, José Arzabe, Pedro Antonio Polo, José Manuel Salinas, ante la aprobación del vecindario. Sus determinaciones fueron:
1.- Reconocer obediencia a la Junta Gubernativa de Buenos Aires.
2.- Reconocer y apoyar a la Revolución de Cochabamba y al Gobierno Revolucionario de Francisco del Rivero.
3.- Preservar los dineros de las Cajas Reales para la causa.
4.- Organizar milicias con voluntarios.
A fines de octubre Francisco Del Rivero comisionó a Esteban Arze y Melchor Guzmán para llegar a Oruro y fortalecer su tropa y así lo hicieron, gracias a la actitud dinámica de Don Tomás Barrón. Reclutaron tropa de voluntarios orureños, para que junto a los cochabambinos enfrentaran en Aroma, el 14 de noviembre de 1810 al ejército realista del Cnl. Fermín Piérola. Se organizaron cuatro compañías de voluntarios orureños; pero en los archivos históricos solamente figura la “Lista de la Segunda Compañía de Voluntarios de esta Villa De San Felipe de Austria, en Oruro a los 26 días del mes de Octubre de 1810” a la cabeza del Capitán Gregorio Sempértegui, Teniente Miguel Aparicio Rocha, Subteniente Juan Pablo Lira, Sargentos Ventura Quevedo, Manuel Mendieta, José Rodríguez y 79 soldados que combatieron en Aroma junto a un numeroso contingente de voluntarios orureños.
Todos estos acontecimientos han sido recuperados por la investigación prolija del historiador orureño Don Marcos Beltrán Ávila en 1918 en su libro “Historia del Alto Perú en el Año 1810” y en “Capítulos de la Historia Colonial de Oruro” publicado en 1925.
Eufronio Viscarra en su “Biografía del General Esteban Arze” dice: “Oruro contribuyó para la guerra, con una cifra considerable de soldados que se agregó a las tropas de Cochabamba... siete días después de la batalla de Suipacha armada tan sólo de garrotes, cañones de estaño fundidos por ella y unas pocas armas de fuego, salió en busca del enemigo y en campo abierto, cuerpo a cuerpo, derrotó a palos a las tropas regladas que a nombre del rey y a órdenes del Coronel Piérola, salieron de La Paz a batirlos en la gloriosa pampa de Aruhuma vulgarmente llamada Aroma, allí se recuerda uno de los hechos más gloriosos de la historia americana... cuenta la historia al mundo”. Valerosos cochabambinos, ante vuestras macanas el enemigo tiembla”. (Viscarra: 89- 1910).
Este acontecimiento para honor y eterna gloria, se ha instituido años después con Resolución del Comando General del Ejército como el Día del Ejercito de Bolivia, cuyo Bicentenario se conmemorará el próximo 14 de noviembre de 2010.
Oruro se inscribe en el marco del Bicentenario de la gesta de la Independencia Nacional e Iberoamericana con la REVOLUCION DEL 6 DE OCTUBRE DE 1810. Honrando esta fecha, Oruro se honrará a sí misma
(*) Es miembro de la Sociedad de Historia y Geografía de Oruro y del Comité del Bicentenario.
Oruro y su economía en 200 años
Al cumplir 200 años del levantamiento del 6 de Octubre de 1810, echemos un vistazo bastante sucinto a lo que fue la economía de finales del siglo XVIII hasta nuestros días, con altibajos que permiten darnos cuenta de las cosas malas y las buenas que se hicieron para caer y subir.
Pues no es justo que Oruro pase de ser un lugar de ubicación estratégica hoy luego de 200 años continúe sumido en el abandono y en la pasividad de sus habitantes que parecen haberse resignado a su suerte.
Me permití transcribir lo que Fernando Cajías y Vicente Gonzales-Aramayo nos cuentan de este aspecto, importante en el desarrollo de las regiones, como es el manejo adecuado de la economía, para posibilitar que todos accedan a una mejor calidad de vida.
Sin duda, la minería en Oruro ha sido una de las principales fuentes de ingreso, basta con señalar que el interés de los colonizadores por esta región fue precisamente la riqueza mineral que tenía y aún posee.
Sin embargo, otra de las importantes fuentes de generación de recursos fue el comercio, tal como detallan los diferentes autores que escribieron sobre la historia orureña y la economía, pues el establecimiento de las personas interesadas por la explotación minera, también requirió de insumos de toda índole.
Fernando Cajías de la Vega en su libro Oruro 1781: Sublevación de Indios y Rebelión Criolla, nos brinda una visión de la economía orureña que se tenía a la mitad del siglo XVIII y principios del siglo XIX.
Y comienza indicando que existían dos tipos de economía de entonces: la economía natural y la economía monetaria. Entendiéndose la primera como el intercambio, teniendo su esencia en el trueque y la segunda siendo su principal medio de cálculo y de intercambio la moneda.
En Oruro, al ser un centro importante de producción de plata, existía más circulante que en otras regiones; pero también es cierto que la casi totalidad de su excedente se exportaba a Lima y, luego a Buenos Aires. La gran masa de la población estaba más vinculada a la agricultura. Gran parte de la mano de obra minera era mitad de su tiempo jornalera y la otra mitad, campesina.
En Oruro, en Paria y en Carangas, la mayor parte de la tierra era propiedad de las comunidades indígenas. Mediante el sistema del control vertical sobre tierras en los valles, algunos ayllus tenían una economía natural de auto subsistencia. El comercio de los productos indígenas, aún en los mercados de Oruro se hacía en gran medida por la vía del trueque.
Los jornaleros sólo se pagaban con dinero, se pagaban también con coca o permitiendo el robo de plata (juqueo) sin beneficio y menos acuñación. El tributo indígena era calculado en pesos, pero solía ser cancelado en productos. En algunos ayllus, como los de los urus o los aymaras de Challacollo, el tributo, aún hasta fines del siglo XVIII, era inclusive calculado en varas de ropa.
Este tipo de economía, que era en la que se desenvolvía la gran masa de la población y en la que, incluso, la élite tenía que hacer gran parte de sus transacciones, coexistía con la economía monetaria.
Los créditos de los comerciantes a los mineros se calculaban y se cancelaban en pesos o en barras de plata. Aunque no se ha hecho ningún cálculo al respecto, todo parece indicar que el comercio de ultramar en gran medida estaba dentro de la esfera monetaria. Pero, sin duda, lo más monetarizado era la Real Hacienda.
A diferencia de Paraguay, por ejemplo, las Cajas Reales de Oruro calculaban todos sus ingresos y egresos en pesos. El tributo era una excepción, pero no del todo. Paulatinamente se exigió el pago del tributo en moneda y este fue uno de los mecanismos por el que muchos indígenas se vieron forzados a vender su fuerza de trabajo.
INGRESOS
Al respecto, se señala que en más de 30 años, hasta 1807 ingresaron a las Cajas Reales de Oruro 20.886,77 pesos corrientes, de los cuales 9.285,92 correspondían a deudas y 11.601,85 pesos a ingresos efectivos.
En los últimos treinta años del siglo XVIII el ingreso efectivo de las Cajas Reales de Potosí fueron más del doble de lo recaudado en Oruro. Para ese mismo tiempo, la recaudación de La Paz fue también mayor que la de Oruro, gracias a los ingresos por tributo y alcabala.
En definitiva, Oruro, sobre todo por la crisis de la minería, pasó a ser, desde la década del 70, la tercera Caja de importancia de las que eran sufragáneas de Potosí, pero a principios del siglo XIX pasó a ser la sexta.
La minería era la principal actividad económica de Oruro, por lo menos la que daba más altos ingresos a la Real Hacienda.
El tributo indígena, después de la minería fue el ingreso más importante en las arcas de Oruro y Paria. En otras provincias, como La paz, era la partida más importante. La recaudación por tributos fue mayor a lo recaudado por diezmos de plata en varios años de la década del 90, en todo caso, el tributo fue también otra de las fuentes que abultó el ramo de deudas.
COMERCIO
La tercera fuente para el tesoro público fueron los impuestos al comercio; recaudación; no obstante, de mucha menor cuantía que las anteriores.
El impuesto más importante en relación al comercio era la alcabala que desde fines del siglo XVI significaba el 2 por ciento sobre el valor de cada transacción mercantil.
Dentro de la política de reformas fiscales, en 1772, éste subió al 4 por ciento y en 1776 al 6 por ciento. Generalizada en todo el Virreinato, esta política causó protestas e incluso rebeliones, agudizadas por el establecimiento de adunas que cambiaron la forma de cobro de los plazos largos por el inmediato y la aplicación de las alcabalas a productos antes libres de impuestos.
Sin embargo, el objetivo de aumentar las recaudaciones se logró en gran medida.
En Oruro como en todo el Alto Perú, se aplicó el aumento del 6 por ciento a partir de 1777; pero las recaudaciones aumentaron efectivamente en 1786, en cuanto se estableció la Aduana con recaudadores especializados distintos a los oficiales reales.
De las alcabalas reales, las que producían mayor ingreso eran las aplicadas a los efectos de la tierra; coca, azúcar, ropa de la tierra, cera de Santa Cruz y yerba de Paraguay, que eran los productos principales. En segundo lugar estaban las alcabalas aplicadas a los efectos de Castilla, lencerías, ropa en general, hierro, lana, papel, cristales, entre otros.
El escritor, Vicente Gonzales-Aramayo Zuleta, en su reciente libro “Breve Historia de la Industria Orureña”, cuenta que a finales del siglo XVIII la decadencia de Oruro fue similar a una lámpara cuando se le agota el aceite. “Durante su vida activa -señala Marcos Beltrán Ávila-, vivió Oruro una existencia opulenta y gozó de todo cuanto puede gozar una urbe europea. Mas, esa opulencia fue intensa y fugaz, viendo después el empobrecimiento de la villa, por haberse inundado o agotado filones”.
“Reducida a un simple villorrio, con poca gente; sin embargo, Oruro no murió, entró en una especie de letargo que duró más de una centuria. A fines del siglo pasado o comienzos del presente volvió a la vida de casi cenizas. El Ave Fénix”.
Lo que probablemente hizo que Oruro no desapareciera completamente al decaer las minas fue el hecho de constituir una estación de parada para los viajeros entre Lima, La Paz, Arica y Potosí, Charcas y Buenos Aires. Mientras duraron las minas la ciudad mantuvo un ritmo normal de autoabastecimiento. Era -naturalmente- como ciudad de tipo feudalista, de economía de cambio más que de consumo, no obstante corría la plata en torrenteras.
Para darnos un panorama de la industria durante la Colonia, Gonzales-Aramayo hace referencia a Gustavo Adolfo Otero y a su libro Vida Social en el Coloniaje, quien indica que se reduce a fabricantes caseros y domésticos que iban a perdurar por muchos siglos y aún hoy se los puede encontrar en nuestro comercio poblano o provinciano.
Oruro, siendo el Departamento más chico que Bolivia tiene, posee algunas cabeceras de valle donde pueden germinar las semillas de algunas plantas alimenticias como papa, cebollas, maíz, tomates, lechugas, repollos, calabazas, cebada y trigo.
El escritor remarca que los pueblos tropicales eran simples proveedores de materia prima explotada en condiciones precarísimas y sus transacciones eran meramente comerciales, en cambio las ciudades altiplánicas debían hacer labor legítima de transformación de esas materias primas, cosa que se identifica con la industria.
Nuevamente haciendo referencia a Adolfo Otero se indica que los principales oficios que se ejercieron fueron los de carpinteros, empedradores, silleros, curtidores, carniceros, baberos, cajoneros, pintores, bordadores, torneros, cerrajeros, plateros, veleros, chocolateros, tinajeros, coqueros, cigarreros y otros.
Pero todo el comercio fue consecuencia del movimiento minero. Debía haber proveedores de mercaderías a los mineros, tanto en artículos de primera necesidad como en maquinaria. Particularmente en este último rubro se requería dinamita, barrenos de perforación, bombas, motores, herramientas, lámparas de carburo, ropa adecuada, reactivos propios de la activad y demás.
Por ello comenzaron a aparecer en la ciudad almacenes de cosas muy variadas. Había de ropa, de calzados, de víveres, de golosinas, de artefactos domésticos, de telas, de lanas, de sombreros, etc.
Del mismo modo surgieron hoteles, clubes, confiterías y verdulerías. Corría el dinero como lubricante de la banca y el comercio y, llegaron entre los extranjeros, yugoslavos, alemanes, libaneses, españoles, judíos y más.
Con la transcripción y el resumen de algunas partes de los textos de Cajías y Gonzales-Aramayo, que nos brindan un amplio panorama de la economía de hace 200 años, hoy al cumplir el Bicentenario del levantamiento del 6 de Octubre de 1810, se pretendió reflejar algo de nuestra historia y lo que hace a una población, la economía, con fuentes de trabajo.
Y mirar un poquito hacia atrás para tener en cuenta las cosas buenas y asumirlas, y no volver a equivocarnos con las cosas malas que hicimos.
Pues hoy con pena observamos que luego de ser considerada una ciudad metrópoli Oruro está postergada, por una serie de factores, que incluyen desde todos los orureños que se van “buscando mejores días”, hasta las malas políticas gubernamentales, que no permiten el desarrollo de esta región.
Lamentablemente, una serie de factores han influido para que diferentes industrias cierren dejando sin empleo a un sinfín de trabajadores, al igual que empresas importadoras y tiendas comerciales.
“Había antes menos gente pero más comercio e industrias”, indica Gonzales-Aramayo.
Esperamos con ansias que Oruro vuelva a surgir, con el empeño de su gente, bien calificada de trabajadora, y el apoyo de sus autoridades, de mucho tiempo orureñas.
Pues no es justo que Oruro pase de ser un lugar de ubicación estratégica hoy luego de 200 años continúe sumido en el abandono y en la pasividad de sus habitantes que parecen haberse resignado a su suerte.
Me permití transcribir lo que Fernando Cajías y Vicente Gonzales-Aramayo nos cuentan de este aspecto, importante en el desarrollo de las regiones, como es el manejo adecuado de la economía, para posibilitar que todos accedan a una mejor calidad de vida.
Sin duda, la minería en Oruro ha sido una de las principales fuentes de ingreso, basta con señalar que el interés de los colonizadores por esta región fue precisamente la riqueza mineral que tenía y aún posee.
Sin embargo, otra de las importantes fuentes de generación de recursos fue el comercio, tal como detallan los diferentes autores que escribieron sobre la historia orureña y la economía, pues el establecimiento de las personas interesadas por la explotación minera, también requirió de insumos de toda índole.
Fernando Cajías de la Vega en su libro Oruro 1781: Sublevación de Indios y Rebelión Criolla, nos brinda una visión de la economía orureña que se tenía a la mitad del siglo XVIII y principios del siglo XIX.
Y comienza indicando que existían dos tipos de economía de entonces: la economía natural y la economía monetaria. Entendiéndose la primera como el intercambio, teniendo su esencia en el trueque y la segunda siendo su principal medio de cálculo y de intercambio la moneda.
En Oruro, al ser un centro importante de producción de plata, existía más circulante que en otras regiones; pero también es cierto que la casi totalidad de su excedente se exportaba a Lima y, luego a Buenos Aires. La gran masa de la población estaba más vinculada a la agricultura. Gran parte de la mano de obra minera era mitad de su tiempo jornalera y la otra mitad, campesina.
En Oruro, en Paria y en Carangas, la mayor parte de la tierra era propiedad de las comunidades indígenas. Mediante el sistema del control vertical sobre tierras en los valles, algunos ayllus tenían una economía natural de auto subsistencia. El comercio de los productos indígenas, aún en los mercados de Oruro se hacía en gran medida por la vía del trueque.
Los jornaleros sólo se pagaban con dinero, se pagaban también con coca o permitiendo el robo de plata (juqueo) sin beneficio y menos acuñación. El tributo indígena era calculado en pesos, pero solía ser cancelado en productos. En algunos ayllus, como los de los urus o los aymaras de Challacollo, el tributo, aún hasta fines del siglo XVIII, era inclusive calculado en varas de ropa.
Este tipo de economía, que era en la que se desenvolvía la gran masa de la población y en la que, incluso, la élite tenía que hacer gran parte de sus transacciones, coexistía con la economía monetaria.
Los créditos de los comerciantes a los mineros se calculaban y se cancelaban en pesos o en barras de plata. Aunque no se ha hecho ningún cálculo al respecto, todo parece indicar que el comercio de ultramar en gran medida estaba dentro de la esfera monetaria. Pero, sin duda, lo más monetarizado era la Real Hacienda.
A diferencia de Paraguay, por ejemplo, las Cajas Reales de Oruro calculaban todos sus ingresos y egresos en pesos. El tributo era una excepción, pero no del todo. Paulatinamente se exigió el pago del tributo en moneda y este fue uno de los mecanismos por el que muchos indígenas se vieron forzados a vender su fuerza de trabajo.
INGRESOS
Al respecto, se señala que en más de 30 años, hasta 1807 ingresaron a las Cajas Reales de Oruro 20.886,77 pesos corrientes, de los cuales 9.285,92 correspondían a deudas y 11.601,85 pesos a ingresos efectivos.
En los últimos treinta años del siglo XVIII el ingreso efectivo de las Cajas Reales de Potosí fueron más del doble de lo recaudado en Oruro. Para ese mismo tiempo, la recaudación de La Paz fue también mayor que la de Oruro, gracias a los ingresos por tributo y alcabala.
En definitiva, Oruro, sobre todo por la crisis de la minería, pasó a ser, desde la década del 70, la tercera Caja de importancia de las que eran sufragáneas de Potosí, pero a principios del siglo XIX pasó a ser la sexta.
La minería era la principal actividad económica de Oruro, por lo menos la que daba más altos ingresos a la Real Hacienda.
El tributo indígena, después de la minería fue el ingreso más importante en las arcas de Oruro y Paria. En otras provincias, como La paz, era la partida más importante. La recaudación por tributos fue mayor a lo recaudado por diezmos de plata en varios años de la década del 90, en todo caso, el tributo fue también otra de las fuentes que abultó el ramo de deudas.
COMERCIO
La tercera fuente para el tesoro público fueron los impuestos al comercio; recaudación; no obstante, de mucha menor cuantía que las anteriores.
El impuesto más importante en relación al comercio era la alcabala que desde fines del siglo XVI significaba el 2 por ciento sobre el valor de cada transacción mercantil.
Dentro de la política de reformas fiscales, en 1772, éste subió al 4 por ciento y en 1776 al 6 por ciento. Generalizada en todo el Virreinato, esta política causó protestas e incluso rebeliones, agudizadas por el establecimiento de adunas que cambiaron la forma de cobro de los plazos largos por el inmediato y la aplicación de las alcabalas a productos antes libres de impuestos.
Sin embargo, el objetivo de aumentar las recaudaciones se logró en gran medida.
En Oruro como en todo el Alto Perú, se aplicó el aumento del 6 por ciento a partir de 1777; pero las recaudaciones aumentaron efectivamente en 1786, en cuanto se estableció la Aduana con recaudadores especializados distintos a los oficiales reales.
De las alcabalas reales, las que producían mayor ingreso eran las aplicadas a los efectos de la tierra; coca, azúcar, ropa de la tierra, cera de Santa Cruz y yerba de Paraguay, que eran los productos principales. En segundo lugar estaban las alcabalas aplicadas a los efectos de Castilla, lencerías, ropa en general, hierro, lana, papel, cristales, entre otros.
El escritor, Vicente Gonzales-Aramayo Zuleta, en su reciente libro “Breve Historia de la Industria Orureña”, cuenta que a finales del siglo XVIII la decadencia de Oruro fue similar a una lámpara cuando se le agota el aceite. “Durante su vida activa -señala Marcos Beltrán Ávila-, vivió Oruro una existencia opulenta y gozó de todo cuanto puede gozar una urbe europea. Mas, esa opulencia fue intensa y fugaz, viendo después el empobrecimiento de la villa, por haberse inundado o agotado filones”.
“Reducida a un simple villorrio, con poca gente; sin embargo, Oruro no murió, entró en una especie de letargo que duró más de una centuria. A fines del siglo pasado o comienzos del presente volvió a la vida de casi cenizas. El Ave Fénix”.
Lo que probablemente hizo que Oruro no desapareciera completamente al decaer las minas fue el hecho de constituir una estación de parada para los viajeros entre Lima, La Paz, Arica y Potosí, Charcas y Buenos Aires. Mientras duraron las minas la ciudad mantuvo un ritmo normal de autoabastecimiento. Era -naturalmente- como ciudad de tipo feudalista, de economía de cambio más que de consumo, no obstante corría la plata en torrenteras.
Para darnos un panorama de la industria durante la Colonia, Gonzales-Aramayo hace referencia a Gustavo Adolfo Otero y a su libro Vida Social en el Coloniaje, quien indica que se reduce a fabricantes caseros y domésticos que iban a perdurar por muchos siglos y aún hoy se los puede encontrar en nuestro comercio poblano o provinciano.
Oruro, siendo el Departamento más chico que Bolivia tiene, posee algunas cabeceras de valle donde pueden germinar las semillas de algunas plantas alimenticias como papa, cebollas, maíz, tomates, lechugas, repollos, calabazas, cebada y trigo.
El escritor remarca que los pueblos tropicales eran simples proveedores de materia prima explotada en condiciones precarísimas y sus transacciones eran meramente comerciales, en cambio las ciudades altiplánicas debían hacer labor legítima de transformación de esas materias primas, cosa que se identifica con la industria.
Nuevamente haciendo referencia a Adolfo Otero se indica que los principales oficios que se ejercieron fueron los de carpinteros, empedradores, silleros, curtidores, carniceros, baberos, cajoneros, pintores, bordadores, torneros, cerrajeros, plateros, veleros, chocolateros, tinajeros, coqueros, cigarreros y otros.
Pero todo el comercio fue consecuencia del movimiento minero. Debía haber proveedores de mercaderías a los mineros, tanto en artículos de primera necesidad como en maquinaria. Particularmente en este último rubro se requería dinamita, barrenos de perforación, bombas, motores, herramientas, lámparas de carburo, ropa adecuada, reactivos propios de la activad y demás.
Por ello comenzaron a aparecer en la ciudad almacenes de cosas muy variadas. Había de ropa, de calzados, de víveres, de golosinas, de artefactos domésticos, de telas, de lanas, de sombreros, etc.
Del mismo modo surgieron hoteles, clubes, confiterías y verdulerías. Corría el dinero como lubricante de la banca y el comercio y, llegaron entre los extranjeros, yugoslavos, alemanes, libaneses, españoles, judíos y más.
Con la transcripción y el resumen de algunas partes de los textos de Cajías y Gonzales-Aramayo, que nos brindan un amplio panorama de la economía de hace 200 años, hoy al cumplir el Bicentenario del levantamiento del 6 de Octubre de 1810, se pretendió reflejar algo de nuestra historia y lo que hace a una población, la economía, con fuentes de trabajo.
Y mirar un poquito hacia atrás para tener en cuenta las cosas buenas y asumirlas, y no volver a equivocarnos con las cosas malas que hicimos.
Pues hoy con pena observamos que luego de ser considerada una ciudad metrópoli Oruro está postergada, por una serie de factores, que incluyen desde todos los orureños que se van “buscando mejores días”, hasta las malas políticas gubernamentales, que no permiten el desarrollo de esta región.
Lamentablemente, una serie de factores han influido para que diferentes industrias cierren dejando sin empleo a un sinfín de trabajadores, al igual que empresas importadoras y tiendas comerciales.
“Había antes menos gente pero más comercio e industrias”, indica Gonzales-Aramayo.
Esperamos con ansias que Oruro vuelva a surgir, con el empeño de su gente, bien calificada de trabajadora, y el apoyo de sus autoridades, de mucho tiempo orureñas.
Bicentenario de la Revolución de Oruro, 6 de Octubre de 1810
•Por: Dehymar J. Antezana A. -Periodista
La tarde del 6 de octubre de 1810 el cabildo de Oruro estaba reunido y consideraba a las órdenes de Nieto. Al anochecer, de pronto la campana grande de la matriz tocó a rebato en convocatoria a la población. La gente comenzó a reunirse frente al Ayuntamiento, se escuchaban gritos: “Viva la Patria”, en claro pronunciamiento por la Libertad.
Aquella reunión fue organizada por el subdelegado de hacienda y guerra, Tomás Barrón; el regidor mayor y alcalde provincial, Mariano del Castillo, y el alcalde ordinario del primer voto, José Antonio Ramallo.
La sesión del cabildo fue suspendida por unos minutos debido a que en la Plaza se indagaba el porqué del tumulto.
El regidor Del Castillo informó a los cabildantes que el pueblo se había amotinado, con la consigna de que Oruro pertenecía al Virreinato de Buenos Aires, revelándose así a las disposiciones emitidas por el virrey Abascal del Perú.
La reunión fue levantada mientras los sublevados se empeñaban en el relevo de las autoridades.
La única débil reacción vino del ministro contador Sánchez Chávez, quien trató de restablecer el orden a través de los pocos guardias que le obedecían, terminando por encerrarse en el edificio de las Cajas Reales.
Tomás Barrón asumió públicamente la dirección de la revolución, el pueblo se apoderó de la Villa San Felipe de Austria, pero sin derrocar al gobierno español.
Un día después, la situación continuaba con el pueblo más enardecido, esa misma noche el contador Sánchez huyó de la Villa, mientras que los regidores Soriano, Unanue y Contreras Loayza, optaron por ir eludiendo responsabilidades.
El 8 de octubre la Villa no tenía completo su gobierno. El alcalde ordinario en primer voto, José Antonio Ramallo y el regidor alcalde mayor provincial José Mariano del Castillo, convocaron a un cabildo abierto para designar a nuevos corregidores.
Tomás Barrón era gobernador de hecho y el cabildo revolucionario fue constituido por Ramallo, Del Castillo, José Manuel Santander, Francisco Guerra, Toledo Tovar y José Arzabe ante la aprobación del vecindario.
El destino de Oruro estaba sellado bajo los siguientes parámetros: Reconocer obediencia a la Junta Gubernativa de Buenos Aires; reconocer y apoyar a la Revolución de Cochabamba y su gobierno; preservar el dinero de las Cajas Reales para la causa, y, organizar milicias con voluntarios.
Esos lineamientos consolidaban el levantamiento de Oruro del 6 de Octubre de 1810. Todo ese relato fue extractado del libro “Oruro en su historia” de Ángel Torres Sejas.
Consideramos que ese episodio llegó a reafirmar el espíritu libertario que ya se planteó en Oruro, desde 1739 con el Manifiesto de Agravios de Manuel Vélez de Córdova, que impulsó más tarde a otra rebelión similar en Cochabamba.
Medio siglo después a la gesta libertaria del 10 de Febrero de 1781, cuando fueron protagonistas los hermanos Rodríguez, Sebastián Pagador y las huestes campesinas que sembraron la semilla de la libertad y que meses después el campesino Túpac Catari sería protagonista de otra rebelión con el cerco a La Paz.
El 6 de Octubre de 1810, fue un aporte importante a la denominada Guerra de los 15 años, que culminó el 6 de Agosto de 1825, con la firma del Acta de la Independencia de la República de Bolívar.
CALIZAYA
El historiador e investigador, Zenobio Calizaya, quien a través de datos recogidos del Archivo Judicial de Oruro establece acerca del 6 de Octubre de 1810:
“Invocando la ley de Dios es que también se logró la libertad de éstas tierras, hubieron sacerdotes que en las misas, en lugar de celebrar misa lo que estaban haciendo era sublevar a la gente y no propiamente a nombre de la Corona Española. Bajo el nombre de Dios liberarse de quienes los estaba subyugando”.
Calizaya sostuvo que dentro de sus investigaciones encontró la firma de un diputado del Alto Perú, Dionisio Yupanqui en la constitución española de 1812, aceptando que los habitantes de esta región estaban sujetos a los designios españoles.
El mencionado historiador concuerda con lo que expresamos en párrafos anteriores, que las tres fechas importantes en el calendario histórico de Oruro; fueron la insurrección develada, promovida y dirigida por Juan Vélez de Córdova, y su Manifiesto de Agravios de 1739.
La segunda, fue el levantamiento del 10 de Febrero de 1781 y la revolución del 6 de Octubre de 1810, añadió que estos tres hechos históricos permiten incorporarnos de lleno en todo lo que significó la Guerra de los 15 años, por la independencia de Alto Perú.
Además que la revolución del 6 de Octubre fue la preparación de lo que vendría a hacer la Batalla de Aroma, encabezada por Tomás Barrón y Esteban Arze, en la que derrotaron al ejército realista.
Como dijimos anteriormente, la importancia de la revolución del 6 de Octubre, fue para dar un paso importante en la consolidación de la libertad americana, lo que dio como resultado la formación de una nueva República.
LEY DE LA REPÚBLICA
Durante el gobierno de Carlos Mesa, el Congreso Nacional emitió la Ley 2960 del 19 de enero de 2005, que fue promulgada el 3 de febrero de 2005, y que relieva la importancia del 6 de Octubre de 1810, además que convierte a Tomás Barrón en héroe nacional.
La mencionada ley refiere en su artículo primero: “Se relieva la importancia histórica de la Revolución de Oruro, del 6 de Octubre de 1810, dentro de la Guerra de la Independencia Nacional.
“Se declara héroe de la Independencia Nacional, al orureño Dn. Tomás Barrón, por haber sido el ideólogo y comandante del levantamiento de Oruro del 6 de Octubre de 1810, que ha tenido una influencia importante en los otros movimientos como la Batalla de Aroma y otros levantamientos para la Independencia Nacional”, se indica en el artículo dos.
Mientras que el artículo tres se declaran héroes nacionales anónimos de la Independencia a todos los participantes en el levantamiento de Oruro del 6 de Octubre de 1810.
En el cuarto, se dispone incorporar en el Calendario Histórico Departamental y Nacional, el levantamiento de Oruro del 6 de Octubre de 1810 y la biografía de Dn. Tomás Barrón y a todos los participantes de dicha fecha histórica.
La tarde del 6 de octubre de 1810 el cabildo de Oruro estaba reunido y consideraba a las órdenes de Nieto. Al anochecer, de pronto la campana grande de la matriz tocó a rebato en convocatoria a la población. La gente comenzó a reunirse frente al Ayuntamiento, se escuchaban gritos: “Viva la Patria”, en claro pronunciamiento por la Libertad.
Aquella reunión fue organizada por el subdelegado de hacienda y guerra, Tomás Barrón; el regidor mayor y alcalde provincial, Mariano del Castillo, y el alcalde ordinario del primer voto, José Antonio Ramallo.
La sesión del cabildo fue suspendida por unos minutos debido a que en la Plaza se indagaba el porqué del tumulto.
El regidor Del Castillo informó a los cabildantes que el pueblo se había amotinado, con la consigna de que Oruro pertenecía al Virreinato de Buenos Aires, revelándose así a las disposiciones emitidas por el virrey Abascal del Perú.
La reunión fue levantada mientras los sublevados se empeñaban en el relevo de las autoridades.
La única débil reacción vino del ministro contador Sánchez Chávez, quien trató de restablecer el orden a través de los pocos guardias que le obedecían, terminando por encerrarse en el edificio de las Cajas Reales.
Tomás Barrón asumió públicamente la dirección de la revolución, el pueblo se apoderó de la Villa San Felipe de Austria, pero sin derrocar al gobierno español.
Un día después, la situación continuaba con el pueblo más enardecido, esa misma noche el contador Sánchez huyó de la Villa, mientras que los regidores Soriano, Unanue y Contreras Loayza, optaron por ir eludiendo responsabilidades.
El 8 de octubre la Villa no tenía completo su gobierno. El alcalde ordinario en primer voto, José Antonio Ramallo y el regidor alcalde mayor provincial José Mariano del Castillo, convocaron a un cabildo abierto para designar a nuevos corregidores.
Tomás Barrón era gobernador de hecho y el cabildo revolucionario fue constituido por Ramallo, Del Castillo, José Manuel Santander, Francisco Guerra, Toledo Tovar y José Arzabe ante la aprobación del vecindario.
El destino de Oruro estaba sellado bajo los siguientes parámetros: Reconocer obediencia a la Junta Gubernativa de Buenos Aires; reconocer y apoyar a la Revolución de Cochabamba y su gobierno; preservar el dinero de las Cajas Reales para la causa, y, organizar milicias con voluntarios.
Esos lineamientos consolidaban el levantamiento de Oruro del 6 de Octubre de 1810. Todo ese relato fue extractado del libro “Oruro en su historia” de Ángel Torres Sejas.
Consideramos que ese episodio llegó a reafirmar el espíritu libertario que ya se planteó en Oruro, desde 1739 con el Manifiesto de Agravios de Manuel Vélez de Córdova, que impulsó más tarde a otra rebelión similar en Cochabamba.
Medio siglo después a la gesta libertaria del 10 de Febrero de 1781, cuando fueron protagonistas los hermanos Rodríguez, Sebastián Pagador y las huestes campesinas que sembraron la semilla de la libertad y que meses después el campesino Túpac Catari sería protagonista de otra rebelión con el cerco a La Paz.
El 6 de Octubre de 1810, fue un aporte importante a la denominada Guerra de los 15 años, que culminó el 6 de Agosto de 1825, con la firma del Acta de la Independencia de la República de Bolívar.
CALIZAYA
El historiador e investigador, Zenobio Calizaya, quien a través de datos recogidos del Archivo Judicial de Oruro establece acerca del 6 de Octubre de 1810:
“Invocando la ley de Dios es que también se logró la libertad de éstas tierras, hubieron sacerdotes que en las misas, en lugar de celebrar misa lo que estaban haciendo era sublevar a la gente y no propiamente a nombre de la Corona Española. Bajo el nombre de Dios liberarse de quienes los estaba subyugando”.
Calizaya sostuvo que dentro de sus investigaciones encontró la firma de un diputado del Alto Perú, Dionisio Yupanqui en la constitución española de 1812, aceptando que los habitantes de esta región estaban sujetos a los designios españoles.
El mencionado historiador concuerda con lo que expresamos en párrafos anteriores, que las tres fechas importantes en el calendario histórico de Oruro; fueron la insurrección develada, promovida y dirigida por Juan Vélez de Córdova, y su Manifiesto de Agravios de 1739.
La segunda, fue el levantamiento del 10 de Febrero de 1781 y la revolución del 6 de Octubre de 1810, añadió que estos tres hechos históricos permiten incorporarnos de lleno en todo lo que significó la Guerra de los 15 años, por la independencia de Alto Perú.
Además que la revolución del 6 de Octubre fue la preparación de lo que vendría a hacer la Batalla de Aroma, encabezada por Tomás Barrón y Esteban Arze, en la que derrotaron al ejército realista.
Como dijimos anteriormente, la importancia de la revolución del 6 de Octubre, fue para dar un paso importante en la consolidación de la libertad americana, lo que dio como resultado la formación de una nueva República.
LEY DE LA REPÚBLICA
Durante el gobierno de Carlos Mesa, el Congreso Nacional emitió la Ley 2960 del 19 de enero de 2005, que fue promulgada el 3 de febrero de 2005, y que relieva la importancia del 6 de Octubre de 1810, además que convierte a Tomás Barrón en héroe nacional.
La mencionada ley refiere en su artículo primero: “Se relieva la importancia histórica de la Revolución de Oruro, del 6 de Octubre de 1810, dentro de la Guerra de la Independencia Nacional.
“Se declara héroe de la Independencia Nacional, al orureño Dn. Tomás Barrón, por haber sido el ideólogo y comandante del levantamiento de Oruro del 6 de Octubre de 1810, que ha tenido una influencia importante en los otros movimientos como la Batalla de Aroma y otros levantamientos para la Independencia Nacional”, se indica en el artículo dos.
Mientras que el artículo tres se declaran héroes nacionales anónimos de la Independencia a todos los participantes en el levantamiento de Oruro del 6 de Octubre de 1810.
En el cuarto, se dispone incorporar en el Calendario Histórico Departamental y Nacional, el levantamiento de Oruro del 6 de Octubre de 1810 y la biografía de Dn. Tomás Barrón y a todos los participantes de dicha fecha histórica.
Inédito documento del pasado “El Correo del Comercio” y la primera descripción periodística de la Villa de Oruro, 19 de mayo de 1810
•Por: Ing. Miguel Salas Aguilar
Que sería de nuestra existencia sin tener a mano las viejas publicaciones del diario vivir, no se tendría pues, memoria del pasado de sus pésames y de sus Glorias.Si bien son conocidos algunos importantes relatos del pasado orureño, como la crónica de Felipe de Godoy a nuestra Villa entre el 19 de octubre al 15 de diciembre de 1607 a un año de ser fundada la Villa de San Felipe de Austria, quien describe en su informe las ricas vetas de sus cercanos cerro; o la del padre Álvaro Alonso Barba en 1639; o más aún la conocida descripción del científico francés Alcides D’Orbigny que en 1833 describe a Oruro, como un miserable lugar por “la gran cantidad de moradas en ruinas que allí se veían por todas partes”. De no ser por los manuscritos nombrados, no podríamos percibir el pasado económico de Oruro, y formar la línea cronológica de su existencia en estas tierras americanas.
A éstas crónicas nombradas, se suma el primer reportaje periodístico de la Villa de Oruro, escrito el 19 de Mayo de 1810 y publicado el periódico “El Correo del Comercio” de la ciudad de Buenos Aires, importante y primicial reportaje que a la fecha cumple doscientos años de publicación. Enalteciendo coincidentemente a nuestro grandioso fasto Bicentenario regional.
PERIODISMO EN LA COLONIA ESPAÑOLA
Se dice que el primer periódico en la historia del periodismo que fue impreso se publicó en Alemania, en el año 1457, con el título de “Nurenberg Zeitung”, sucediéndole otras publicaciones en toda Europa, y luego a principales ciudades de las posesiones españolas en América.
A la Compañía de Jesús se debe, en el Río de la Plata, la Introducción del arte de imprimir. Los miembros de la Orden, deseosos de poner al alcance de los indígenas de las misiones vocabularios y catecismos, solicitaron, al efecto, la autorización correspondiente para instalar un taller de imprenta. Contaba el taller con prensas, confeccionadas en madera dura, tipos de estaño y viñetas de metal y madera. Estos elementos, no por rudimentarios menos útiles, permitieron, el fin, que de las prensas saliera el primer impreso: el “Martirologio Romano”, editado en el año 1700.
También fue obra de los jesuitas la instalación y puesta en marcha de la imprenta de Córdoba, cuyos orígenes se remontan al año 1758. Instalada la imprenta, funcionó hasta que se produjo la expulsión de los jesuitas, en 1767; a partir de ese momento, y hasta 1780, el taller se mantuvo inactivo. No se sabe si la ciudad de la Plata y su Universidad de San Francisco Xavier habrían intentado siquiera tener el éxito alcanzado en Córdoba.
Por último, en el año citado anteriormente, la imprenta fue trasladada a Buenos Aires. Las necesidades crecientes de las tareas administrativas del Virreinato obligaban a incrementar el número de escribientes, por lo que la imprenta, lógicamente, reemplazó con ventaja a muchos de estos últimos.
Su instalación se produjo, de acuerdo con un decreto del Virrey Vértiz, el 21 de Noviembre de 1780, recibiendo la denominación de “Real Imprenta de Niños Expósitos”, y fue en la misma donde años después se imprimió el Diario “Correo de Comercio”, y el referido reportaje a Oruro del año 1810.
Instalada ya, la Real Imprenta editó, el 8 de Enero de 1781, un noticiero titulado “Noticias recibidas de Europa por el Correo de España por vía del Janeiro”. Poco más tarde, hacia el 19 de Mayo del mismo año, fue editado otro noticiero, titulado “Extracto de las noticias recibida de España por la vía de Portugal”. Luego le sucedería en 1800 el “Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiógrafo del Río de la Plata”.
El 19 de Septiembre de 1802, un mes y medio antes de la desaparición del “Telégrafo” apareció en Buenos Aires el primer número del titulado “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”, con pie de Imprenta de los Niños Expósitos.
“The Southern Star” -La Estrella del Sur- fue un periódico editado por los ingleses durante su permanencia en Montevideo. Escrito en inglés y en castellano, su primer número apareció el 23 de Mayo de 1807. En sus columnas, se trataron las cuestiones económicas y comerciales de la época, atacando al régimen impuesto por España a sus colonias y abogando por la libertad de comercio.
“EL CORREO DEL COMERCIO” Y UN HOMENAJE A ORURO
En la denominada “Imprenta de Niños Expósitos” de Buenos Aires aparecieron diferentes periódicos entre 1809 al 1812, como “La Gaceta del Gobierno”, “Correo de Comercio”, “Gazeta de Buenos-Ayres”, “El Censor”, “Martir ó Libre”, y “El Grito del Sur”, todos con un sentido escrito de Libertad ante la opresión.
“El Correo del Comercio” apareció en Buenos Aires el 3 de marzo de 1810, siendo su última publicación el 6 de abril de 1811, cuyo impreso salía semanalmente y estaba compuesto por 8 páginas; el precio era de un peso en Buenos Aires y de 12 Reales en otros poblados distantes.
En su primera edición éste periódico, su prólogo escribió sus razones por las que surgía este nuevo medio a las masas de las Provincias del Río de la Plata: “…avergonzados de que la gran Capital de la América Meridional, digna hoy de todas las atenciones del mundo civilizado, no tuviese un periódico en que auténticamente se diese cuenta de los hechos que la harán eternamente memorable, é igualmente sirviese de ilustración en unos países donde la escasez de libros no proporciona el adelantamiento de las ideas á beneficio del particular y general de sus habitadores”, y principalmente la de “una acusación contra el gobierno español” según palabras de su Director Manuel Belgrano para quien “…ningún provecho han traído á la causa pública, y por supuesto ni uno solo destinado para fomentar la agricultura, industria y comercio de estas Provincias de la España Americana capaces por sí solas de sostener á las de la España Europea…”
Fue el patricio de la revolución argentina Manuel Belgrano, quien dirigió “El Correo del Comercio” y probablemente quien escribió el referido artículo: lo que abre la importante pregunta, ¿Manuel Belgrano conoció nuestra villa de Oruro, a principios del año 1800?, o más exactamente ¿Quién es el autor de esta primera descripción? ¿Por qué se eligió describir a Oruro, entre otras tantas poblaciones del Virreinato?
Lo dicho, invita a una futura investigación más profunda, ya que éste artículo fue redactado por alguien que mantenía algún tipo de lazo comunicacional mediante cartas entre la colonial Villa de Oruro y el distante puerto de Buenos Aires: sin lugar a dudas fue una comunicación directa entre Patriotas americanos, que difundió ésta y varias noticias, y fueron éstos comentarios que destacaron a poblaciones con la causa común de la libertad que ya empezaba a correr, como el fuego de una antorcha, en la obscuridad de la tiránica administración española.
Y hoy después de dos siglos de extravío se publica en “LA PATRIA”, el primer documento periodístico colonial de Oruro; que trata de manera general sobre los principales oficios de sus pobladores, comercio interno y externo de la villa con poblaciones cercanas, medianas y de ultra mar; en síntesis un inicio a la historia económica y social de nuestra tierra. Cuyo original fue publicado el 19 de mayo de 1810 en el periódico “El Correo del Comercio” de Buenos Aires, meses antes de la Revolución orureña del 6 de Octubre. Por su valor histórico, se conserva la ortografía original.
“Descripción circunstanciada de los productos, y comercio de la Villa de Oruro”
“El comercio de esta Villa consiste en efectos de Castilla, y manufacturas y frutos del país, consumiéndose de los primeros hasta en cantidad de 22 mil pesos anualmente en cuyo tráfico hay cinco individuos, y de los segundos 479.962 ps. para cuyo giro hay 140 individuos. Los efectos que se llaman de castilla proceden de España, Buenos-Ayres, Potosí Arica, y la Paz, y se extraen para el Valle de Cochabamba.”
“Los del país, es á saber bayeta de colores, frazadas grandes, azúcar, alfiñiques, tucuyos, añil, se conducen del Cuzco; también de Cochabamba vienen tucuyos; de la Paz y Yungas, bayetas blancas ordinarias, costales, coca, y maderas; de la Costa, aguardiente, vino, aceite, pescado marítimo, agí de azapa, y algodón; de Sto. Tomas, agí de palpa; de los pueblos cercanos, frazadas chicas; de Mojos, cera de Chiquitos; de Chayanta, medias suelas; de Salta, burros y mulas; de Tucumán y Santiago del Estero, pellones, ponchos, y grana; de Arequipa, añil; de Chile y Chichas, cordobanes. Con los mismos pueblos citados, y con los de Potosí, y la Plata tenemos nuestros cambios”.
“Se beneficia en esta jurisdicción el cobre y estaño, y se extrae para Lima, y España; pero mas es el beneficio del estaño que suele venderse hasta 9 y medio ps. el ql. y produce 77.900 ps. El gremio de azogueros es numeroso, y se compone de mil individuos dedicados á trabajar con bastante afán: produce algunas ventajas así al Real Erario, como al Público, en medio de que las mismas son escasas, y pobres los metales; se agrega á esto la indigencia en que se hallan los mas de ellos para empresas de alguna consideración, siendo el estado y producto anual de estas riberas y sus cercanías, de 8 ingenios, 10 trapiches, 25 minas, 20 en diligencia; el de 21 mil marcos; de las cercanías de esta Villa, 30600, su precio 7 ps. 2 rs., y 258 barras que se funden á 1.700 ps. cada una, cuyos valores ascienden á 438.600 ps. Todos son productos de las riberas de esta Villa, Poopó, y Sicasica, y se conducen á la Real Casa de Moneda de Potosí.”
“Los fabricantes de sombreros, trabajan sin auxilios, ni herramienta buena; no obstante, pasan de 9 mil sombreros los que hacen, entre buenos y malos: emplean lana de vicuña y de oveja, y los ingredientes de que se valen, son cola, palo de tara, copagírá, y cera de castilla; se extraen para Buenos-Ayres, Tucumán, y la Costa y su valor se conceptúa en mas de 14 mil pesos.”
“Los tucuyeros siempre han texido en telares bien desgreñados, tal qual como los puede construir el hombre aislado, y sin ningunos conocimientos, ni aun prácticos de la mecánica; fabricaban mas de 40 mil varas; pero hoy se halla este ramo bastante decaido: se gradúa el valor en 9782 ps.”
“Los tintoreros sin mas principios que los de la rutina de sus mayores, y la propia experiencia , valiéndose del añil, molle, mítico, y millo dan sus tintes con bastante perfección de los colores verdes, azul, y amarillo: se computa que tiñen cerca de 92 mil varas que les produce á 1 y medio ó 2 rs. vara, mas de doce mil pesos.”
“Los cobreros y peltreros que trabajan con la mayor dificultad por falta de instrumentos buenos y auxilios, fabrican de los dichos metales, ollas, sartenes, chocolateras, paylas, alambiques, fuentes, platos, candeleros, bacenicas, jarros, vasos, tachos, botones, embudos, tinteros, y alambres: todo lo qual se extrae para Potosí, Plata, y Cochabamba, y produce 1830 pesos. Los plateros después de muchas fatigas, ya por la escasez de sus facultades, ya por la decadencia de este pueblo, apenas trabajan 1140 marcos de piña y chafalonia, para lo que consumen 1140 cargas de carbón: los productos de su trabajo se regulan en 2574 ps.”
“Los polvoreros hace pólvora para cazar, y para las minas, que venden á 2 rs. la libra de la primera, y tres quartillos la de la segunda, y se estrae para Pótosi, y Aullagas: se computa que manufacturan 19 qs. de la primera y 227 de la segunda: los materiales de que se sirven son, cenizas de muladares, y azufre, con que forman la carbonilla, y unen con la muña, por otro nombre poleo; se arregla el valor de esta manufactura á 2620 ps.”
“Los Bayeteros, manufacturan en tristes telares, y sin auxilios, bayetas ordinarias en xerga; consumen 19.048 vellones de lana, y texen 148.048 varas, que venden á real la vara: se extrae para Pótosi y la Plata, y su producto es de 18.551 ps.”
“De lo dicho se infiere que el giro anual de esta Villa es de un millón, 80.518; sin incluirse el número grande de especies menudas, y comestibles con que abastecen los valles inmediatos y jurisdicción de Cochabamba; porque aquí no se produce cosa de provecho por su aridez: lo que se recoje unicamente, es cebada en berza, y papas amargas.”
(*) Miembro de la Sociedad de Historia y Geografía de Oruro
miguelitosaurio@hotmail.com
miércoles, 6 de octubre de 2010
Los indígenas, gracias a la Iglesia se instruyeron para dejar de ser vasallos
Sacerdotes, frailes, novicios y otros que pertenecían a varias órdenes religiosas, jugaron un rol importante en el tiempo de la emancipación, puesto que habiendo logrado conquistar a los indígenas espiritualmente, tuvieron también la capacidad de definir su destino, logrando que dejen de ser analfabetos.
Aunque como en todo, había una parte de las instituciones religiosas que apoyaban al poder político del estado monárquico y existía otro sector que simplemente pretendía continuar con la labor evangelizadora y redentora que logró el clero, recurriendo a la lengua nativa como es el aymara y con pinturas colocadas en los templos donde se mostraban facetas de la vida de Cristo, las que permitieron entender que existía otro tipo de existencia.
Para el efecto, varias órdenes religiosas tuvieron presencia importante en la etapa de la independencia, tales como los curas dominicos, franciscanos, jesuitas y otros, quienes se dieron modos con la finalidad de evangelizar, por este motivo se construyeron muchos templos que en el futuro incluso serían considerados como obras de arte arquitectónicas, puesto que en su interior se presentaban pinturas con las que se ayudaban para lograr su cometido, es decir, a través de aquellas se mostraba a un Dios que les ofrecía una nueva vida después de la muerte.
Como apoyo de este proceso de evangelización, sacerdotes y religiosas construyeron hospitales, destinados a reforzar el trabajo espiritual que pretendían lograr primordialmente con los indígenas que asistían a estos lugares para ser atendidos o para estar aislados a fin de evitar la propagación de alguna enfermedad.
Alfonso Gamarra Durana, es uno de los escritores que hace hincapié en el rol que jugó la Iglesia no sólo en el tiempo del levantamiento del 6 de octubre de 1810, también antes y después, puesto que uno de los papeles que le tocó desempeñar fue el de instruir a los indígenas a quienes les enseñaron a leer, escribir y darse cuenta de la realidad en la que vivían.
El proceso evangelizador inicia muchos años antes de la independencia y se va concretando con la edificación de varios templos en la Villa de San Felipe, dirigida por los padres de la Compañía de Jesús, posteriormente se construye la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el año en que se fundó lo que ahora conocemos como Oruro, realizaban el trabajo espiritual doce sacerdotes y laicos, posteriormente en una inventariación se logra conocer que existían también en el lugar los monasterios de San Francisco, San Agustín; el convento de La Merced, lugares donde no había mucha participación de los indios o indígenas pero los sacerdotes continuaron con su labor evangelizadora, siguiendo la frase de Jesucristo, “Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, ahí estoy en medio de ellos”.
En esa época, la población de Oruro triplicaba a la de La Paz, puesto que contaba con 72.000 habitantes, por lo que la atención espiritual era sumamente importante y debido a esto se incrementan las edificaciones religiosas para divulgar la fe en Cristo; de esa manera se crearon los conventos de los mercedarios, agustinos, jesuitas y franciscanos los cuales fueron dispersados pero muy cercanos, puesto que existían vecindades estrechas entre las casas de los frailes y las monjas.
En esa época, a donde asistía la mayor parte de los ciudadanos fue la de San Miguel, dedicada a acoger a los indígenas, situada muy cerca de la Ranchería; pero la Iglesia mayor fue la de San Agustín que tenía la torre más grande, edificada con piedra sin labrar, de tosco acabado y que perduró hasta fines del siglo XIX y en el lado opuesto se encontraba la Compañía de Jesús.
También estaban fortalecidos por la asistencia de personas a sus ambientes, los templos de San Francisco, Santo Domingo, la Merced, San Juan de Dios donde se construyeron galpones para atender a los enfermos, en los que se atendía a los que salían en mal estado de salud de las minas y a los menesterosos.
Posteriormente, a falta de colegios y universidades, las instituciones religiosas fueron formadoras de aptitudes intelectuales, puesto que los evangelizadores no se descuidaban en realizar sus cánticos y explicar el evangelio en medio de sermones en el idioma nativo de los indígenas, lo que motivó a Santo Tomás a escribir libros de gramática y léxico del idioma originario.
Ante la aprobación de los pobladores, las congregaciones obtuvieron haciendas, ganados y sus dependencias, tiendas, casas y otras riquezas, gracias a la explotación minera.
Por estos antecedentes, San Miguel de la Ranchería fue declarada Monumento Nacional, cuyo su interior es adornado con trazados del bajo relieve y pinturas que muestran figuras humanas con vestimenta de los naturales u originarios, en adoración al Hijo de Dios.
A pesar del trabajo realizado por las instituciones religiosas, prima también el interés político, por tanto, en los años en que se instaura la independencia, muchas de las órdenes religiosas se ven obligadas a dejar los trabajos sociales que emprendieron, muchos de ellos tuvieron que abandonar el país y otros fueron obligados a replegarse, por ejemplo en Chuquisaca, supuestamente porque en algunos conventos no existía el número suficiente de religiosos para continuar con su mandato.
Al paso de los años, se van construyendo nuevamente otros templos que dependen de la Diócesis de Oruro y se construyeron capillas en algunas poblaciones como Sepulturas, Paria, Caracollo, Challacollo, La Joya, Quillacas, Pampaullagas y otras.
Ante estos cambios, se gestiona también la llegada de religiosas como las de la Congregación Hijas de Santa Ana, desde Italia, para la atención de los enfermos; asimismo, llega la religiosa Nazaria Ignacia al hogar de los ancianos desamparados lo que es conocido como el Hogar la Sagrada Familia, quién al salir de ese lugar fundó la congregación de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, bajo el lema “No morir, sino vivir y trabajar por la Iglesia”, logrando acoger a gente humilde, enfermos y huérfanos para brindarles comida y vestimenta.
Es de esta manera que la Iglesia juega un papel preponderante en todo tiempo, lo que no es reconocido por gobernantes que expulsaron a los religiosos y cerraron conventos, además dispusieron los templos para otro tipo de actividades; a la disminuida vida eclesiástica José Antonio de Sucre jefe del ejercito libertador en el 1826, emitió un Decreto que suprimía los conventos que funcionaban con un número menor a doce ordenados y las rentas para los conventos fueron suprimidas, por consiguiente debían solventar el funcionamiento de establecimientos públicos de enseñanza.
Las imágenes de culto en altares, libros de coro, vasos sagrados, ornamentos y demás utensilios, destinados a las parroquias pobres de cada diócesis, bajo fiscalización de los prefectos.
En el decreto se disponía que los conventos solo de San Francisco y San Agustín funcionen en Cochabamba; los conventos de San Francisco y la Merced en Potosí; de Santo Domingo, San Francisco y la Merced en La Paz; el de los Conversores o de Propaganda Fides en Santa Cruz; el de San Agustín en Oruro y el de Recoletos en Mizque.
De esta forma las, autoridades de entonces lograron hacer desaparecer todo lo que hicieron las congregaciones u ordenes religiosas, puesto que de seguirse instruyendo a los indígenas, éstos no tendrían a quién mandar, por lo tanto cumplieron con su cometido de anular a la Iglesia y dejar a los originarios en su ignorancia.
Aunque como en todo, había una parte de las instituciones religiosas que apoyaban al poder político del estado monárquico y existía otro sector que simplemente pretendía continuar con la labor evangelizadora y redentora que logró el clero, recurriendo a la lengua nativa como es el aymara y con pinturas colocadas en los templos donde se mostraban facetas de la vida de Cristo, las que permitieron entender que existía otro tipo de existencia.
Para el efecto, varias órdenes religiosas tuvieron presencia importante en la etapa de la independencia, tales como los curas dominicos, franciscanos, jesuitas y otros, quienes se dieron modos con la finalidad de evangelizar, por este motivo se construyeron muchos templos que en el futuro incluso serían considerados como obras de arte arquitectónicas, puesto que en su interior se presentaban pinturas con las que se ayudaban para lograr su cometido, es decir, a través de aquellas se mostraba a un Dios que les ofrecía una nueva vida después de la muerte.
Como apoyo de este proceso de evangelización, sacerdotes y religiosas construyeron hospitales, destinados a reforzar el trabajo espiritual que pretendían lograr primordialmente con los indígenas que asistían a estos lugares para ser atendidos o para estar aislados a fin de evitar la propagación de alguna enfermedad.
Alfonso Gamarra Durana, es uno de los escritores que hace hincapié en el rol que jugó la Iglesia no sólo en el tiempo del levantamiento del 6 de octubre de 1810, también antes y después, puesto que uno de los papeles que le tocó desempeñar fue el de instruir a los indígenas a quienes les enseñaron a leer, escribir y darse cuenta de la realidad en la que vivían.
El proceso evangelizador inicia muchos años antes de la independencia y se va concretando con la edificación de varios templos en la Villa de San Felipe, dirigida por los padres de la Compañía de Jesús, posteriormente se construye la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el año en que se fundó lo que ahora conocemos como Oruro, realizaban el trabajo espiritual doce sacerdotes y laicos, posteriormente en una inventariación se logra conocer que existían también en el lugar los monasterios de San Francisco, San Agustín; el convento de La Merced, lugares donde no había mucha participación de los indios o indígenas pero los sacerdotes continuaron con su labor evangelizadora, siguiendo la frase de Jesucristo, “Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, ahí estoy en medio de ellos”.
En esa época, la población de Oruro triplicaba a la de La Paz, puesto que contaba con 72.000 habitantes, por lo que la atención espiritual era sumamente importante y debido a esto se incrementan las edificaciones religiosas para divulgar la fe en Cristo; de esa manera se crearon los conventos de los mercedarios, agustinos, jesuitas y franciscanos los cuales fueron dispersados pero muy cercanos, puesto que existían vecindades estrechas entre las casas de los frailes y las monjas.
En esa época, a donde asistía la mayor parte de los ciudadanos fue la de San Miguel, dedicada a acoger a los indígenas, situada muy cerca de la Ranchería; pero la Iglesia mayor fue la de San Agustín que tenía la torre más grande, edificada con piedra sin labrar, de tosco acabado y que perduró hasta fines del siglo XIX y en el lado opuesto se encontraba la Compañía de Jesús.
También estaban fortalecidos por la asistencia de personas a sus ambientes, los templos de San Francisco, Santo Domingo, la Merced, San Juan de Dios donde se construyeron galpones para atender a los enfermos, en los que se atendía a los que salían en mal estado de salud de las minas y a los menesterosos.
Posteriormente, a falta de colegios y universidades, las instituciones religiosas fueron formadoras de aptitudes intelectuales, puesto que los evangelizadores no se descuidaban en realizar sus cánticos y explicar el evangelio en medio de sermones en el idioma nativo de los indígenas, lo que motivó a Santo Tomás a escribir libros de gramática y léxico del idioma originario.
Ante la aprobación de los pobladores, las congregaciones obtuvieron haciendas, ganados y sus dependencias, tiendas, casas y otras riquezas, gracias a la explotación minera.
Por estos antecedentes, San Miguel de la Ranchería fue declarada Monumento Nacional, cuyo su interior es adornado con trazados del bajo relieve y pinturas que muestran figuras humanas con vestimenta de los naturales u originarios, en adoración al Hijo de Dios.
A pesar del trabajo realizado por las instituciones religiosas, prima también el interés político, por tanto, en los años en que se instaura la independencia, muchas de las órdenes religiosas se ven obligadas a dejar los trabajos sociales que emprendieron, muchos de ellos tuvieron que abandonar el país y otros fueron obligados a replegarse, por ejemplo en Chuquisaca, supuestamente porque en algunos conventos no existía el número suficiente de religiosos para continuar con su mandato.
Al paso de los años, se van construyendo nuevamente otros templos que dependen de la Diócesis de Oruro y se construyeron capillas en algunas poblaciones como Sepulturas, Paria, Caracollo, Challacollo, La Joya, Quillacas, Pampaullagas y otras.
Ante estos cambios, se gestiona también la llegada de religiosas como las de la Congregación Hijas de Santa Ana, desde Italia, para la atención de los enfermos; asimismo, llega la religiosa Nazaria Ignacia al hogar de los ancianos desamparados lo que es conocido como el Hogar la Sagrada Familia, quién al salir de ese lugar fundó la congregación de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, bajo el lema “No morir, sino vivir y trabajar por la Iglesia”, logrando acoger a gente humilde, enfermos y huérfanos para brindarles comida y vestimenta.
Es de esta manera que la Iglesia juega un papel preponderante en todo tiempo, lo que no es reconocido por gobernantes que expulsaron a los religiosos y cerraron conventos, además dispusieron los templos para otro tipo de actividades; a la disminuida vida eclesiástica José Antonio de Sucre jefe del ejercito libertador en el 1826, emitió un Decreto que suprimía los conventos que funcionaban con un número menor a doce ordenados y las rentas para los conventos fueron suprimidas, por consiguiente debían solventar el funcionamiento de establecimientos públicos de enseñanza.
Las imágenes de culto en altares, libros de coro, vasos sagrados, ornamentos y demás utensilios, destinados a las parroquias pobres de cada diócesis, bajo fiscalización de los prefectos.
En el decreto se disponía que los conventos solo de San Francisco y San Agustín funcionen en Cochabamba; los conventos de San Francisco y la Merced en Potosí; de Santo Domingo, San Francisco y la Merced en La Paz; el de los Conversores o de Propaganda Fides en Santa Cruz; el de San Agustín en Oruro y el de Recoletos en Mizque.
De esta forma las, autoridades de entonces lograron hacer desaparecer todo lo que hicieron las congregaciones u ordenes religiosas, puesto que de seguirse instruyendo a los indígenas, éstos no tendrían a quién mandar, por lo tanto cumplieron con su cometido de anular a la Iglesia y dejar a los originarios en su ignorancia.
6 DE OCTUBRE DE 1810 Y ALGUNOS DE SUS PROTAGONISTAS
•Por: Ing. Xavier Cárdenas Medina - Miembro de la Sociedad de Historia y Geografía - Investigador, escritor.
El año de 1810 es de la mayor importancia en la historia americana. La formación de la Junta Gubernativa de Buenos Aires y el derrocamiento del Virrey Cisneros marcan el inicio de la insurgencia y la revolución, nuevas ideas políticas que necesitan ser difundidas y la partida de un ejército expedicionario hacia las llamadas “provincias de arriba”, que incluían los territorios del Alto Perú.
Los acontecimientos del 6 de octubre en la villa de San Felipe de Austria de Oruro muestran según las actas capitulares de la villa y otros documentos que fue un pronunciamiento popular, apoyando esta corriente revolucionaria que semanas atrás comienza en Cochabamba el 14 de septiembre. La gran mayoría de historiadores y estudiosos del acontecimiento del 6 de octubre, cuando se refieren a esta fecha, solamente mencionan el nombre del subdelegado de Hacienda y Guerra Don Tomás Barrón, el que según las actas capitulares del día 12 de octubre tuvo el papel de pacificador de la plebe para posteriormente retirarse de la villa de Oruro y retornar el 26 de octubre para entregar los caudales de la Real Caja. La importante documentación que revisamos en el Archivo Histórico Municipal de Oruro por varios años, nos permitió encontrar otros personajes que pensamos merecen ser conocidos y tener un lugar en la historia colonial orureña y qué mejor ocasión en el Bicentenario.
Don José Antonio Ramallo, español, el mes de octubre de 1810 era el alcalde ordinario de primer voto, avecindado por muchos años en la villa minera, recibe el título de Regidor el año de 1774, obteniendo este cargo ante la renuncia de Don Manuel de las Plazas y Planttarosa, según confirma el oficial real Don Santiago Cristóbal de la Cueva. El renunciante se encontraba gravemente enfermo y decidió: “para entregar de contado el Real derecho de Media Anata y la tercia parte del valor del oficio que corresponde a su majestad por ser la segunda renuncia antes de tomar posesión de él. Otorga de que en con anuencia de que he hecho del dicho su empleo en Don Joseph Antonio Ramallo en la más bastante forma que haya lugar en Derecho se dé renuncia y transfiere el referido su oficio al regidor veinticuatro Don Joseph Antonio Ramallo, persona idónea y suficiente, para que pueda servirlo con las mismas preeminencias, regalías, fueros, privilegios y excepciones que debe haber y gozar”. Firmaron como testigos Don Felipe Villagómez y Manuel Caetano de Somosa, el escribano público fue Don Simón Tadeo Navarro. (AHMO, Libro de Cabildo de 1774). Ramallo en aquellos años ya era Procurador General de la villa de Oruro, lo que nos muestra una amplia hoja de servicios en el Ayuntamiento. En los sucesos del 10 de febrero de 1781 actuó como testigo en los juicios a los criollos detenidos. Su actuación el 6 de octubre de 1810, es de respeto a la autoridad representada por Vicente Nieto y esperar el desarrollo de los acontecimientos. Se retira de la villa también el día 12 para dirigirse a Chuquisaca donde residía su hijo Mariano Jacobo, según el ayuntamiento orureño: “…en este mismo Cabildo se abrió otro oficio, de la Junta Provincial de Charcas, con fecha 24 de abril del año que rige, acompañado del escrito original presentado por Don Mariano Jacobo Márquez Ramallo y providencia puesta a continuación a fin de que se restituya a esta villa de Oruro Don José Antonio Márquez Ramallo, padre del suplicante, teniendo el lugar por término de arresto, y enterados de su literal contesto ordenaron Sus Señorías se guarde y cumpla con todas las partes lo mandado en la Superior Orden y Decreto de 22 de abril contestándole en la forma acordada…” (AHMO Libro de Actas Consistoriales año de 1807). Después de la entrada de Goyeneche a Oruro en julio de 1811, Ramallo retorna a la villa.
Si bien no estuvo presente en las dos sesiones del 6 de octubre, Don Domingo Dalence, alcalde ordinario de segundo voto, es un protagonista a tener en cuenta. Natural de La Plata Buenos Aires, llega a Oruro con motivo de los sucesos del 10 de febrero. El destacamento fijo, 5ta compañía del Regimiento de infantería de Buenos Aires, se encarga de velar por la tranquilidad y seguridad desde entonces, para tiempo después ser trasladado todo el regimiento a La Paz. Dalence, lo mismo que otros soldados porteños deciden, una vez finalizado su tiempo de servicio, renunciar y avecindarse en Oruro. Contrae matrimonio con una vecina orureña, instalando una tienda en el sector conocido como de la viñatería, hoy Plaza Castro y Padilla. Expenden al por menor aguardiente, vinos, velas. Además tenía una fundición de estaño, lo que comerciaba con la costa. Su “hombría de bien y pundonoroso”, permiten que sea elegido alcalde ordinario ya en 1808. Es posible que en los primeros días de octubre cuando la plebe ataca el cuartel de veteranos impidiendo temporalmente el envío de la plata haya intervenido Dalence por su relación con los arrieros, accidentándose días antes del 6 de octubre. Sabedor del avance del ejército auxiliar argentino, creemos que era uno de los simpatizantes de aquellas nuevas ideas. Su hijo fue el también cabildante y representante por Oruro, en el Acta de Fundación de la República de Bolivia en 1825 Dr. Don José María Dalence y su nieto el gran jurisconsulto orureño Dr. Don Pantaleón Dalence. Después del triunfo en Aroma, Domingo Dalence se reintegra al Cabildo hasta fines de año de 1810.
Otro de los personajes que se distinguen en el Cabildo orureño es Don José Mariano del Castillo, Alcalde Provincial de los Partidos de Paria y Carangas y de la Santa Hermandad. Orureño de nacimiento, bautizado en la iglesia matriz de la villa, hijo legítimo de Don Juan del Castillo y Doña Manuela de Orihuela. Su padre fue Contador Juez Oficial Real de las Cajas de Oruro, participó con el Corregidor Martín de Ezpeleta en la captura de Vélez de Córdova el año de 1739, conociendo el contenido del Manifiesto de Agravios. El título que le otorga la Vara de Alcalde Provincial menciona al respecto según documentación de archivo:
CERTIFICACIÓN= “Los Ministros de la Real Hacienda de estas Reales Cajas foráneas de la villa de Oruro tesorero interino el subdelegado Don Simón Romano y contador Don José Manuel de Santander, jueces comisionados de la presente causa, certificamos en cuanto podemos y el derecho nos permite como Don José Sórzano a nombre del actual Señor alcalde ordinario de segundo voto de esta villa Don José Mariano del Castillo en virtud de postura que ha hecho este Señor a la vara de alcalde provincial, sujeta a materia para calificar la persona, legitimidad, limpieza, nobleza, conducta, empleos y demás calidades que concurren en su parte para poder posesionarse de este empleo honroso, caso que en él se verifique el remate y en observancia de lo que en esta parte disponen las leyes ha presentado en este nuestro juzgado de comisión al mismo tiempo que aquél su escrito dos expedientes seguidos al parecer judicialmente, el uno por el mes de diciembre del año pasado de mil setecientos cincuenta y seis en los Reinos de España, Real valle de Penagos Consejo del Arenal y Juzgado de su Alcalde Mayor y Justicia Ordinaria, a pedido de Doña María de Agüero Orejo, del finado Don Vicente del Castillo Hermosa, padre legítimo de Don Juan del Castillo, contador Juez Oficial Real que fue de estas cajas referidas y también padre del indicado Señor Alcalde Don José Mariano del Castillo, en el cual expediente que en hojas quince útiles está testimoniado en forma y comprobados por tres Escribanos Públicos del Rey Nuestro Señor, y del numero de aquél referido Real valle, consta por información plenísima y conteste de seis testigos vecinos de allí. Con el agregado de una certificación relativa y de otra inserta de una partida de bautismo, que el dicho Don Juan del Castillo, padre del expresado Señor Alcalde fue hijo legítimo de los dichos Vicente del Castillo Hermosa y de Doña María de Agüero y Orejo, por consiguiente que así estos como aquél abuelos y demás sus ascendientes han sido y son cristianos, viejos, limpios de toda mala raza de moros, indos, penitenciados o nuevamente convertidos a nuestra Santa fe Católica, y de otra cualquiera sectas reprobadas y que han sido y son nobles hijos hidalgo por todas líneas de sangre y casas conocidas e ilustres con ejercicio de empleo, y oficios honoríficos de alcaldes ordinarios, regidores, procuradores generales, mayordomos de fábricas y cofradías, con todos los demás que se confieren a la primer nobleza, sin que hayan obtenido otro destino mecánico, vil ni que cause infamia a sus familias respectivas todo lo que con más individualidad instruye el tal expediente; y el otro en esta dicha villa y Juzgado de su alcalde ordinario de segundo voto en el año pasado de mil setecientos ochenta y nueve por el que se reconoce en hojas veinte y tres útiles y originales dos certificaciones del Señor cura párroco de esta Santa Matriz que están insertos en dos partidas, una del matrimonio que contrajeron Don Juan del Castillo y Doña Manuela de Orihuela y otra de bautismo, óleo y crisma que recibió el relacionado postor Señor alcalde José Mariano del Castillo, hijo legítimo de aquellos. Las cuales certificaciones están judicialmente comprobadas y apoyadas por plenísima información de diez testigos, de cuatro certificaciones del Ilustre Cabildo, el Señor cura escusador y vicario juez eclesiástico y de dos reverendos padres prelados locales, Comendador Canónico del convento de Nuestra Señora de las Mercedes y prior Canónico del Hospital San Juan de Dios de esta República…” (AHMO Libro Cabildo año de 1795).
José Mariano del Castillo como Alcalde provincial, conjuntamente con Tomás Barrón, pacificó a la plebe el seis de octubre, el 10 de octubre se nombran a vecinos como cabildantes interinos y el día 12, del Castillo queda como alcalde de primer voto al ausentarse José Antonio Ramallo. Prácticamente toma la dirección política del Cabildo y representa la voluntad popular cuando entrega al Ministro Contador José María Sánchez Chávez a Esteban Arze. Convoca juntamente con Arze a cabildo abierto para reconocer a la Junta de Cochabamba y Buenos Aires. Convoca a elecciones a fines de año y una petición popular solicita al Cabildo sea ascendido a grado de Coronel de milicias por su servicio a la villa. Cuando Goyeneche llega a Oruro se retira a Poopó. (AHMO Libro Consistorial de 1807).
El título de subdelegado de Real Hacienda y Guerra de la villa de Oruro, es dado a Don Tomás Barrón el año de 1804. Su llegada desde Chuquisaca de donde provenía su familia, fue no solamente para ocupar ese cargo, también sería Juez y alcalde de minas de Oruro. A tal efecto decía el Presidente de la Audiencia del Distrito:
“Don Ramón García de León, Madrigal y Pizarro Caballero de la Orden de Calatraba, Teniente General de los Reales Ejércitos, Presidente de la Real Audiencia de Charcas, Gobernador Intendente de la Provincia de La Plata, Subdelegado de Correos, Postas y Estafetas en ella y vice-patrón Real en todo el Distrito de la misma Real Audiencia por Su Majestad (que Dios guarde) etcétera= por cuanto en virtud de mi Decreto del veintitrés del presente he admitido a Don Fermín José de Ocampo subdelegado interino de la villa de Oruro, la renuncia que hizo de dicha subdelegación a causa de los justos motivos que recomendó al enunciado fin y siendo necesario y conveniente nombrar otro sujeto de buena conducta, integridad y de mayores circunstancias y calidades que se requieran para que en la misma conformidad sirva la expresada subdelegación. Por tanto ocurriendo todas éstas en Don Tomás Barrón, vecino de esta capital, he venido por mi citado secreto en nombrarle como desde luego le nombran en el ejercicio de las facultades que me compete para que interinamente sirva la referida subdelegación en los mismos términos y con las mismas facultades que le ha servido su inmediato de sus preferentes objetos la recaudación de los tributos y su entero en aquella tesorería, en los tiempos señalados, para cuya seguridad y demás ramos que su incumbencia otorgare el mencionado Tomás Barrón la fianza necesaria para sí o apoderado de la cantidad que ascendiere el tercio de los Reales Ramos de su cargo, a satisfacción de los Ministros de Real Hacienda… a su consecuencia ordeno y mando a todos los caciques, alcaldes y demás mandones y vecinos españoles de los pueblos de su comprehención, reconozcan al referido Tomás Barrón por subdelegado interino del Partido de Oruro por tal le guarden y hagan guardar bien y cumplidamente todas las franquezas, regalías, honras preeminencias y exenciones que le pertenezcan y obedezcan todas las Providencias y órdenes que expidiere según la naturaleza de los casos y asuntos de su conocimiento. Para todo lo cual se manda expedir el presente título firmado de mi mano sellado con el sello de mis armas y refrendado del infrascripto Secretario de esta Presidencia Gobierno Intendencia en La Plata a veinte y tres de abril de 1804= Ramón García Pizarro”. (AHMO Libro de Cabildo de 1804).
Como consta en el acta de 12 de octubre de 1810, Tomás Barrón junto a José Mariano del Castillo tranquilizaron a la población de los acontecimientos del 6 al 8. El Alcalde Provincial comunica de la retirada de Tomás Barrón diciendo que: “Cuya ausencia imprevista da margen para que los vecinos del lugar sospechen algún aviso funesto y de consecuencia grave, se le pase exhorto en forma a fin de que se restituya inmediatamente bajo de responsabilidad y de no verificarlo de las causales y motivos que ha tenido de su retirada intempestiva, para con ello dar cuenta a la superioridad”. (AHMO Libro Consistorial de 1807, Acta del 12 de octubre de 1810).
Tomás Barrón regresa a la villa de Oruro el 26 de octubre para hacer entrega de cuarenta y cuatro mil doscientos treinta y ocho pesos, cuatro y medio reales al Auditor de Guerra de las Tropas Auxiliares del ejército de Cochabamba Dr. Don Miguel José de Cabrera, de la existencia de la Real Caja de Oruro, para ser conducidas a la Real Caja de Cochabamba por vía de depósito con la anuencia del Pueblo Alto y Bajo. (AHMO, Libro Consistorial de 1807, Acta del 26 de octubre de 1810).
El subdelegado de Hacienda y Guerra, asiste junto al Cabildo y las demás autoridades de la villa de Oruro a la ceremonia de “la más acendrada obediencia a la Excelentísima Junta Provisional Gubernativa, residente en la Capital de Buenos Aires” (AHMO, Libro Consistorial de 1807, Acta del 22 de noviembre de 1810). En los primeros meses del año de 1811 continuaba ejerciendo su cargo de subdelegado, Tadeo Tovar y la Torre es designado en ese cargo en julio de ese año. En 1815 Tomás Barrón se encuentra como Recaudador de Tributos en el Partido de Paria, finalmente el año de 1825 donde finaliza nuestra investigación es el nuevo Tesorero de la Real Caja de Oruro (Libro de Real Contaduría año de 1825 Oruro, AHMO). El investigador William Lonfstrom, encontró que su hermano Gregorio Barrón fue Juez Real subdelegado de Cinti en 1808 y Regidor del Cabildo de La Plata en 1803. El padre de Tomás Barrón también se llamaba Gregorio Barrón y en 1804 era Ministro Tesorero de la Real Audiencia de las Reales Cajas de La Paz.
Por el partido de los peninsulares, destacaba nítidamente el Ministro Contador José María Sánchez Chávez, llegó a la villa de Oruro con un nombramiento desde España del mismísimo Rey Carlos IV. Su presencia y poder se hizo patente en la villa al grado que se le denominaba “el gobernador de los chapetones”. Cuando fuga la tropa cochabambina y posteriormente el Teniente Coronel Francisco del Rivero a Cochabamba, escribe el día 12 de septiembre a José Manuel de Goyeneche, Presidente de la Audiencia del Cuzco, contándole sobre estos sucesos, en respuesta posterior Goyeneche lo felicita por ser leal vasallo y le encomienda cuidar los caudales de la Real Caja de Oruro. Sánchez Chávez es anoticiado el 6 de octubre del oficio enviado por Del Rivero al Cabildo donde intimida con tropas si alguien toca los caudales de la Real Caja y prepara la fuga el mismo día por la noche, siendo perseguido, detenido y traído nuevamente a la villa por el pueblo orureño, que demuestra una vez más su espíritu rebelde y revolucionario.
El tesorero de la Real Caja Manuel de Contreras y Loayza reemplazó la primera semana de septiembre a José García y Meza quién por: “el honor, actividad y celo por el mejor servicio del Rey con que se ha conducido el precitado tesorero le tengo destinado para que en la presente expedición se encargue de la Comisaría de Guerra y Caja Militar”, esta designación provenía del Presidente Gobernador Intendente Vicente Nieto. (AHMO, Contaduría, 315, 1810). Respecto a Contreras, parece que estuvo del lado de los insurgentes del 6 de octubre porque fue nombrado Ministro Contador por Juan José Castelli, representante de la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de La Plata.
Nuestra conclusión una vez finalizada esta investigación sobre los sucesos del 6 de octubre, es que tenemos que reconocer la reafirmación del sentimiento rebelde de la plebe orureña. Ella fue la protagonista y conductora de la revolución acaecida por la noche y los días posteriores. No podemos ignorar ni desmerecer la actitud de aquellos vecinos que partieron a combatir semanas más tarde a los campos de Aroma, capitaneados por otro orureño Don Gregorio Sempértegui. Merecen nuestro reconocimiento y nuestra gratitud eterna.
El aporte minero de Oruro bajo el periodo de 1810
La minería fue, a lo largo y ancho de las colonias hispánicas, el recurso más estratégico y base económica de la corona española; la extracción de minerales como la plata fue el puntal para que Oruro y Potosí sean considerados asientos mineros de gran importancia, primero para el Virreinato del Perú y después para el Virreinato de La Plata.
Durante el periodo de 1810, año de las grandes gestas de liberación en distintas zonas de Latinoamérica, la actividad minera en Oruro continuaba pujante pese a la crisis económica que azotaba a la región y ser la menos privilegiada y atendida en relación a su hermana Potosí.
El siguiente artículo está basado en el libro de María Concepción Gavira Márquez, “Historia de una crisis: La minera en Oruro a fines del periodo Colonial”, que se publicó en ocasión del IV centenario de la fundación de la Real Villa de San Felipe de Austria en 2006.
La autora explica que “otro informe, que comprende el estado de la minería en todo el virreinato del Río de la Plata en 1810, nos presenta respecto a Oruro la mismas circunstancias sin percibirse ninguna mejora. Sobre la decadencia de este asiento minero aludía a la desaparición desde 1780 ‘de sujetos interesantes del ejercicio de la minería’”, menciona al autora.
La experta destaca a priori, que Oruro fue el segundo centro minero de explotación en la región después de Potosí, con los aportes a la Caja Real de Oruro y teniendo en 1810, cerca de 24 empresarios mineros que aportaban a la corona.
La Caja Real de Oruro fue la “principal institución fiscalizadora y administradora de la Real Hacienda”, pero en 1804 sufrió una quiebra, principalmente en la burocracia para aplicar las reformas borbónicas “con respecto al rescate (compra) de plata por parte de los oficiales reales son muestras inequívocas de la decisiva intervención de los oficiales reales en la economía y sociedad de la región”.
La Caja Real de Oruro, fue instaurada en Oruro en 1607, un año después de la fundación de la Villa de San Felipe de Austria, con el propósito de controlar la producción de plata y el cobro de impuestos.
En 1810 el mayor tributario de los mineros a la Caja de Oruro fue Don Juan Tedesgui con 26.43 % de aportes en marcos de plata, seguido de don Francisco García con el 17,19 por ciento, del aporte del marco que era una unidad de peso.
A finales del siglo XVIII que marcó la revolución del 10 de Febrero de 1781, varias minas de Oruro se encontraban agotadas por la pujante extracción del mineral argentífero, según Gavira, las minas Nuestra Señora y Pomabamba, ambas ubicadas en el Cerro Pie de Gallo, se encontraban aguadas, asimismo la mina de San José estaba inundada.
En el cerro conocido como Rubiales, que linda con el Pie de Gallo, anota la investigadora, “también tuvo ricas minas, las cuales estaban anegadas a principios del siglo XIX. Estas fueron: San José Grande, San José Chico, El Rasgo y Espíritu Santo”.
Las inundaciones, tal como ahora, dificultaban el trabajo de los mineros en la Colonia, porque disminuía la extracción del mineral y por ello existía la solicitud de los mineros a las autoridades superiores, en estos casos los subdelegados, en modernizar la maquinaria.
Sin embargo, la autora menciona que los españoles aún tenían esperanzas de reactivar los centros mineros, porque en el pasado con los mineros como Jacinto Rodríguez, Juan de Dios Rodríguez, se extraían cuantiosas cantidades del metal argentífero.
La minería del periodo del siglo XIX, puede caracterizarse por una decadencia de las minas, sobre todo por las inundaciones y problemas naturales, además, de la falta de apoyo de la corona a los mineros de Oruro, para sopesar el problema que vivía la Villa.
La característica de la minería colonial en Oruro, respecto a la mano de obra, repercutía en la sobrepoblación en la época de bonanza, de los minerales, pero a finales del siglo XVIII, existió poca presencia de gente, entre indios para la mano de obra, debido a la delicada situación, después de las sanciones hacia los mineros participantes en la revolución del 10 de Febrero de 1781.
Pese a la crisis minera sobre la explotación de los minerales argentíferos, a principios del siglo XIX se caracterizará por la importancia en la diversificación de la explotación, con el cobre en Coro Coro, el estaño en las minas de Oruro y Huanuni, que a finales del mencionado siglo será el puntal del auge minero.
Durante el periodo de 1810, año de las grandes gestas de liberación en distintas zonas de Latinoamérica, la actividad minera en Oruro continuaba pujante pese a la crisis económica que azotaba a la región y ser la menos privilegiada y atendida en relación a su hermana Potosí.
El siguiente artículo está basado en el libro de María Concepción Gavira Márquez, “Historia de una crisis: La minera en Oruro a fines del periodo Colonial”, que se publicó en ocasión del IV centenario de la fundación de la Real Villa de San Felipe de Austria en 2006.
La autora explica que “otro informe, que comprende el estado de la minería en todo el virreinato del Río de la Plata en 1810, nos presenta respecto a Oruro la mismas circunstancias sin percibirse ninguna mejora. Sobre la decadencia de este asiento minero aludía a la desaparición desde 1780 ‘de sujetos interesantes del ejercicio de la minería’”, menciona al autora.
La experta destaca a priori, que Oruro fue el segundo centro minero de explotación en la región después de Potosí, con los aportes a la Caja Real de Oruro y teniendo en 1810, cerca de 24 empresarios mineros que aportaban a la corona.
La Caja Real de Oruro fue la “principal institución fiscalizadora y administradora de la Real Hacienda”, pero en 1804 sufrió una quiebra, principalmente en la burocracia para aplicar las reformas borbónicas “con respecto al rescate (compra) de plata por parte de los oficiales reales son muestras inequívocas de la decisiva intervención de los oficiales reales en la economía y sociedad de la región”.
La Caja Real de Oruro, fue instaurada en Oruro en 1607, un año después de la fundación de la Villa de San Felipe de Austria, con el propósito de controlar la producción de plata y el cobro de impuestos.
En 1810 el mayor tributario de los mineros a la Caja de Oruro fue Don Juan Tedesgui con 26.43 % de aportes en marcos de plata, seguido de don Francisco García con el 17,19 por ciento, del aporte del marco que era una unidad de peso.
A finales del siglo XVIII que marcó la revolución del 10 de Febrero de 1781, varias minas de Oruro se encontraban agotadas por la pujante extracción del mineral argentífero, según Gavira, las minas Nuestra Señora y Pomabamba, ambas ubicadas en el Cerro Pie de Gallo, se encontraban aguadas, asimismo la mina de San José estaba inundada.
En el cerro conocido como Rubiales, que linda con el Pie de Gallo, anota la investigadora, “también tuvo ricas minas, las cuales estaban anegadas a principios del siglo XIX. Estas fueron: San José Grande, San José Chico, El Rasgo y Espíritu Santo”.
Las inundaciones, tal como ahora, dificultaban el trabajo de los mineros en la Colonia, porque disminuía la extracción del mineral y por ello existía la solicitud de los mineros a las autoridades superiores, en estos casos los subdelegados, en modernizar la maquinaria.
Sin embargo, la autora menciona que los españoles aún tenían esperanzas de reactivar los centros mineros, porque en el pasado con los mineros como Jacinto Rodríguez, Juan de Dios Rodríguez, se extraían cuantiosas cantidades del metal argentífero.
La minería del periodo del siglo XIX, puede caracterizarse por una decadencia de las minas, sobre todo por las inundaciones y problemas naturales, además, de la falta de apoyo de la corona a los mineros de Oruro, para sopesar el problema que vivía la Villa.
La característica de la minería colonial en Oruro, respecto a la mano de obra, repercutía en la sobrepoblación en la época de bonanza, de los minerales, pero a finales del siglo XVIII, existió poca presencia de gente, entre indios para la mano de obra, debido a la delicada situación, después de las sanciones hacia los mineros participantes en la revolución del 10 de Febrero de 1781.
Pese a la crisis minera sobre la explotación de los minerales argentíferos, a principios del siglo XIX se caracterizará por la importancia en la diversificación de la explotación, con el cobre en Coro Coro, el estaño en las minas de Oruro y Huanuni, que a finales del mencionado siglo será el puntal del auge minero.
Los habitantes de la Villa de Oruro en 1810
El Estado colonial español debía contar con espacios y zonas de explotación de la materia prima, así como de explotación de los recursos naturales de las colonias americanas. Ese fue su principio y fin. Oruro no fue la excepción a esa regla trazada por los administradores coloniales.
La zona de asentamiento central de Oruro era precisamente Paria (1), la actual ciudad de Oruro al parecer sólo era una zona de explotación minera para el proceso de mita exigido por el Inca, sin embargo, ello no le quita el carácter sacralizado que pudo tener la zona, más aún por ello es posible inferir que era un contexto tabú simbólico por la presencia de toda la serranía sagrada (2).
Aún ahora, sólo en Oruro se puede apreciar que zonas consideradas sagradas como la víbora, han sido invadidas por loteadores, picapedreros o viviendas clandestinas (3). En otros municipios de nuestro país estas zonas son sagradas y no se permite la construcción de viviendas o convertirlas en zonas de explotación.
En 1565 Lorenzo de Aldana es beneficiado con la Encomienda de Paria, la cual le otorga grandes réditos, pues incluso re-descubre minas argentíferas y las explota, fallece en 1573 en Arequipa, imbuido quizás por la piedad cristiana y por la riqueza que consolidó estos años, en estas tierras dona parte de su riqueza para un Mayorazgo, para la religión católica y la asistencia a los nativos de la región. La futura Villa ya empieza a consolidarse como una zona rica en minería de plata, motivo por el cual empiezan a desarrollarse procesos migratorios a la zona. Una gran cantidad de españoles, criollos, indígenas-originarios empiezan a “desarrollar” en Oruro, destacan los hermanos Medrano y Nava de Revolledo. Sin embargo, la creación ipso facto de San Miguel de Uru Uru no permitía gozar de ciertos privilegios, como por ejemplo y seguramente la más poderosa razón, la Encomienda (4).
Entre 1608 y 1675, Oruro es famoso por el proceso de explotación de plata y otros metales, esto determina el crecimiento explosivo demográfico de la zona (criollos, otros villeros, hasta europeos), siempre a los ojos de las autoridades coloniales españolas que nombraban como autoridades a favorecidos por el Virrey, chapetones y otros funcionarios españoles, que veían a Oruro como un “corto periodo” de vida en estas frías tierras, hasta poder acumular fortuna e irse a mejores tierras, o a las propias, pero con bolsillos llenos.
Merced a ello, precisamente, a estas autoridades no les interesaba el desarrollo de Oruro, al contrario, para ellos era una “obligación” estar en Oruro, era sólo un trabajo que debían cumplir. El paso inexorable del tiempo nos mostrará que son los criollos y los mestizos nacidos en Oruro, quienes (poder político mediante) deseaban mandar sobre los destinos de la Villa.
Qué mayor revelación existe, si no es precisamente el hecho de que no existan condiciones de “desarrollo” en la villa y, que las nombradas autoridades sólo gozaban de su “tiempo de cargo obligado” y después desaparecían del lugar, sin haber hecho nada (5). Esa fue la motivación precisamente para que tanto Vélez de Córdova emita su Manifiesto de Agravios o en 1781 el 10 de febrero Jacinto Rodríguez de Herrera, otros criollos y Sebastián Pagador protagonicen su levantamiento. Es la misma motivación para el levantamiento del 6 de octubre de 1810 protagonizado entre otros por Tomas Barrón.
¿Cuáles eran las características de la villa para 1810? Es precisamente el tema que deseamos develar en este artículo. Para ello es menester mencionar que don Marcos Beltrán Ávila en su “Capítulos de la Historia Colonial de Oruro” nos detalla las características del Oruro de entonces, algunos de sus principales aportes se reflejan precisamente en el hecho de explicar que: el Cabildo se encontraba en los altos de la acera norte de la plaza. Por otro lado el 1ro de mayo fiesta del santo patrón titular, San Felipe (BELTRÁN, 1925), 192. Y finaliza con una sentencia terrible para la ciudad.
Así vivió Oruro, esa su triste vida de colonia, sin un rasgo de originalidad, sin un toque de esplendor, huérfana de todo arte, de ciencias y letras, tal que pasado su auge material quedó reducida a un poblacho de poca o ninguna importancia, rica en los productos que atesoraban las entrañas de su tierra, fue pobre en espiritualidad y mísera en cuanto a producción inteligente de cualesquier clase.
¿Habrá sido así la coyuntura de la vida en Oruro?, habrá sido tanto así, que como en el caso de Chuquisaca “… Las castas de europeos, criollos, mestizos e indios formaban, por decirlo así, la urdiembre social de estos pobladores en la capital alto- peruana; habitando los arrabales tan solo el indio, mientras la plebe mestiza ocupaba la plaza mayor i los barrios centrales en tiendas o cuartos a la calle bajo las habitaciones de las clases superiores.” (MORENO, 1896), 9.
Si habría que describir las estructuras sociales en el Oruro de entonces, debamos quizás caracterizar como dice Demelas la presencia de antiguas elites (poderosos y medianos mineros), curas acomodados en la región, caciques para el caso nuestro representantes de los señoríos aymaras, los mestizos (denominados cholos por Beltrán) los negros y los indios (6).
Esta urdimbre social tenía un rol y un espacio social bien definido, comencemos con los españoles y los criollos, merced a su origen de cuna e incluso patria, gozaban de grandes beneficios los primeros y menores ventajas los segundos, aunque “…En la villa no existía la viciada aristocracia que constituía la clase dominadora, no fue exajerada sino parca hasta en sus íntimos entusiasmos, algo huraña y reservada (…)” (BELTRÁN, 1925), 199. Es el caso del ayuntamiento, a decir:
El ayuntamiento está compuesto por el cabildo que cuenta con el siguiente personal: Alcalde ordinario de primer voto, un alcalde ordinario de 2do. voto (los alcaldes ordinarios no reciben prestación alguna, salvo del pago de 4 pesos reales por firma de procesos de civiles no pobres ni criminales), un contador entre partes (fundado en el mayorazgo), un alférez real (no tiene dotación real pero en Sucre se le otorga 100 pesos por sacar el estandarte en la fiesta principal, el día de San Miguel), un alcalde provincial, un regidor- fiel ejecutor (tampoco tienen dotación, solo los emolumentos de su oficio conforme a arancel), un regidor- fiel receptor de penas de cámara (10 por 100 de multas y condenaciones que cobrare), alguacil mayor (se le asigna 200 pesos, para la alcaidía de la cárcel pública, pero también cobra por derecho de ejecución, carcelaje, apremios, etc.), tres regidores anuales. (estos pagan 500 pesos como precio de la vara de acuerdo a real cedula de San Lorenzo de octubre 27 de 1806, es un obsequio procomunal, idealmente se deben elegir seis aunque pueden llegar a cuatro, para 1809 los cinco regidores de Oruro eran José de Serrano, Juan Bautista Federqui, José Mariano del Castillo, Melchor Saavedra y Juan Manuel Porcel) (7). (MORENO, 1896), 341. Para 1809, la administración del Partido de Oruro es: Tomás Barrón, subdelegado real y alcalde mayor de minas y registros; José Posada y Rubín, oficial de las cajas foráneas; José García y Mesa, Ídem. En cuanto a las cajas reales “…en 1803 la hacienda real constaba de la Caja Foránea y el estanco de tabaco”. Cfs. (BELTRÁN, 1925), 293. José María Sánchez Chávez (español) era Ministro contador de la caja real (BELTRÁN, 1925), 310.
Entre otros de los oficios que podía tener un criollo (minero potentado, un cargo público, autoridad eclesiástica), también podía ejercer otras funciones es el caso de Bernardo de Ojeda (el traidor de la revolución) que era maestro de armas (enseñaba esgrima en la villa), los criollos constituían el “Alto Vecindario de Oruro”, o “los vecinos de honor”, entre otros derechos tenían el de estar sentados en los primeros bancos junto a los cabildantes en el templo de la matriz donde se oficiaba la misa y el Te Deum, estar en las estructuras altas construidas para ver las corridas de toros, o ser los primeros acompañantes del estandarte real, cuando este era sacado de la casa del alférez. Sus casas, parcas por fuera, por dentro debieron estar mejor dispuestas con imágenes religiosas y trabajos de orfebrería de plata como sinónimo de distinción, el baile principal a la usanza debía ser el Fandango (CHAVES, 1896), 296. Antiguo baile español, muy común todavía en Andalucía, cantado con acompañamiento de guitarra, castañuelas y hasta de platillos y violín, a tres tiempos y con movimiento vivo y apasionado. DRAE. Otros oficios para los criollos era precisamente el de ser escribano público y de cabildo, ningún resolución, pronunciamiento, etc., podía ser pronunciada por el pregón (un cholo o mestizo) si no tenía las rúbricas de estos personajes según prescripciones tradicionales de la época colonial. Ante la falta de edificios públicos y lugares de divertimento común, buenas eran las casas de los criollos y españoles, los amplios patios con que se contaba era precisamente una peculiaridad para organizar actividades festivas o incluso juntas y los complots contra el régimen. Por otro lado los criollos debieron ser los que tuvieron acceso a armas de fuego y espadas.
En la villa de San Felipe los conjurados alcanzaban a diez, entre los principales eran Juan Vélez de Córdova, Eugenio Pachacnina, Miguel de Castro, Carlos Pérez, Nicolás Pérez de la Cruz Encinas, Bernardo Ojeda, Ramón de Castro, Tomás Agudo, Ambrosio Arze y Lorenzo Terceros. (BELTRÁN, 1925), 200 (8), se reunían principalmente en la noche.
Es interesante notar que Córdova se alía a un cacique indígena y a dos mestizos como parte de su plan, reconoce en este sentido la importancia – y la jerarquía- de estos segmentos de la población que eran necesarios para cumplir con sus planes. En este caso el cacique Pachacnina debió ser un cacique – gobernador nombrado por la Corona.
El estatus y prestigio en esa época colonial se podía identificar si uno tenía un esclavo africano. Este individuo se constituía en sinónimo de distinción, por lo que incluso su compra fue normada por la Corona. “…La importación de “negros” de cualquier edad o sexo a excepción de los niños de pecho 16 pesos por pieza. Aguardiente cuatro piezas el barril, el barril 2 pesos el barril, en los demás productos y frutos el 24 por ciento, incluido el almojarifazgo (9), alcabala (10), subvención, consulado (11), almirantazgo (12), 22 de septiembre de 1808”.
Por ejemplo Vélez de Córdova tenía un esclavo negro llamado Alejandro, Las principales señoras (es el caso de Rosa Manrique de Lara) tenían su propio servicio de inteligencia reflejado precisamente en su servidumbre (la mulata Gregoria Micaela). Estos sujetos se constituían entonces en este elemento de distinción, pero también de información en la villa para sus amos.
La tarea más importante e ingrata en esos momentos revolucionarios debió haber sido el de Corregidor. “…El Presidente Nieto era el responsable de acumular pertrechos de guerra y gente contra el ejército de Buenos Aires, recibió la lamentable noticia de la insurrección de Cochabamba y la deserción de las tropas de la guarnición de Oruro”. (BELTRÁN, 1925), 310.
El pueblo (los cholos o mestizos de acuerdo a la terminología de la época) debieron ser los comerciantes (los mejor acomodados viviendo cerca de los tambos y mercados) los empleados de los empresarios mineros, los mineros (entre mestizos e indígenas, muchos de ellos viviendo del pago de sus servicios, debieron contar con pequeñas pulperías que manejaba el dueño de la mina) y otros (taberneros, chicheros, carniceros, y varios oficios diferentes e incluso hasta vagos), así como varias viudas y huérfanos que deambulaban por la villa, al haber sus esposos y padres muerto en el laboreo de las minas.
El pueblo como tal o por lo menos los denominados cholos, constituían el grueso de la milicia que organizaban las autoridades locales para defender a la villa.
“Con los temores que causaban estas noticias empezaron a darse providencias de alistar gentes, industriarlos en el exercicio militar y prevenir toda especie de pertrechos de guerra para defender la villa y procurar se mantuviese la subordinación y fidelidad a nuestro católico monarca. Todos concurrían gustosos y con el sueldo que a muchos se les havia señalado estaban mas empeñados en obedecer y executar, cuanto el Corregidor les mandaba” (DIARIO FABULOSO DEL CURA DE ORURO DOCTOR DON PATRICIO GABRIEL MENÉNDEZ- RELACIÓN TRÁGICA DE LOS FUNESTOS Y RUINOSOS ACONTECIMIENTOS DE ORURO, 1794), 331.
Para mantener una suerte de fidelidad además del prometido pago el corregidor se las ingeniaba “…Seduciendo a la plebe con aguardiente y cigarros” (CHAVES, 1896), 298. Sin embargo, el pueblo como tal adoptaba esta actitud con el fin de obtener algo de los recursos que impunemente los “dueños de la Villa” se apropiaban a nombre del Rey, es este mismo pueblo que buscará la ocasión para levantarse en armas, para eliminar la estructura jerárquica de la sociedad orureña, e incluso para tomar decisiones fundamentales en la plaza de armas. De ahí precisamente nuestra fama de orureños “levantiscos”.
El caso de los indígenas –podemos hipotetizar- era diferente, muchos de ellos realizaban servicio en las casas de criollos y españoles, generalmente los de la zona de haciendas, otros podían traer y llevar productos hacia la ciudad, otros como mencionamos antes volvían de la mita de Potosí y trabajaban en las minas porque de esa manera podían contar con recursos económicos para retornar a sus ayllus.
A diferencia del pueblo son los criollos y españoles los primeros que tratan de huir de la villa ante los acontecimientos de octubre de 1810. “…Llegando las tropas auxiliares Nieto, ordenó al Ayuntamiento que “evite la fuga de los vecinos y que estén a la defensa de la Villa, publicándose un bando con penas gravísimas contra los que desamparasen sus hogares” (BELTRÁN, 1925), 311.
Estas penas por levantarse –y por no cumplir los preceptos del corregidor- contra el régimen español eran como sigue a continuación:
“… que sea cortada o separada su cabeza, por mano del verdugo; y que puesta en una jaula o crata de yerro sea conducida a la villa de Oruro y colgada en el Rollo de la Plaza, o es la puerta mas principal y entrada de Cerro de Conchupata o de Campo verde, arrastrada antes tio colgarse por las calles publicas, anunciando la voz del Pregon el castigo (…) condeno asimismo a su memoria a perpetua infamia, trascendental a sus hijos y nietos, y a que no pueden obtener empleo honorifico de Republica, dignidad, beneficio eclesiástico ni otro alguno. (…) a que sus propias casas sean derruidas, salados y arados sus sueldos (…) (BELTRÁN, 1925), 322. Eso si deben restituir lo sacado a las cajas reales.
Otro castigo de la época era:
“(…) le condeno a que puesto en un cuero o seron atado a la cola de un rocin, fuese arrastrado por las calles publicas y acostumbradas basta el lugar del suplicio y ahorcado basta que naturalmente muriese dividido en cuartos sobre un tablado y colgados en los caminos públicos, fuera del recinto de aquella muy leal e ilustre ciudad, cortada su cabeza y puesta en una jaula o crata de yerro, conducida a Sora Sora colgada en la plaza mas pública o en alguna de sus puertas mas principales”, (sentencia contra Antonio Flores).
Pero a pesar de todo ello, la gente de Oruro se levantó, se revolucionó buscando mejores días para su destino, y nos legó esta fecha como un elemento identitario poderoso de la formación de la identidad orureña y boliviana.
NOTAS
(1) Carola Condarco ha realizado excavaciones arqueológicas en la zona y ha llegado a la conclusión que era un gran centro incaico donde existían colcas de almacenamiento, además de eje político de la zona.
(2) El trabajo de Carlos Condarco identifica la persistencia de cultos antiguos a los cerros en la zona, más antiguas que de los incas o los aymaras. De ahí a que existan antiguas viviendas, aun no ha podido ser demostrada por la ciencia arqueológica, por lo que resulta una hipótesis sin confirmar.
(3) La UTO a través del Rector David Ismael Rojas en función a la Carrera de Antropología elaboró un proyecto de salvaguarda de la víbora, pero que al parecer no logró sensibilizar a las autoridades departamentales.
(4) El otorgamiento de indígenas para que laboren como mineros por casi nada y como parte de su servicio, ello implicaba una triplicación para los ingresos de los mineros orureños de ese entonces.
(5) Es la crítica actual de algunos medios de comunicación que hacían al ex alcalde de Oruro Edgar Bazán.
(6) Aunque Demelas los caracteriza desde la organización de los valles de Cochabamba (DEMELAS, 2007), 53
(7) Cfs. (MORENO, 1896), 341- 343
(8) Vélez de Córdoba se reunía en ocasiones para hablar de que eran los legítimos señores del suelo, vivían oprimidos bajo la tiranía de España y eran tratados como esclavos, coincidentemente en estas ocasiones no estaban Pachacnina ni Arze y Terceros que eran mestizos. Cfs. (BELTRAN, 1925), 200.
(9) Derecho que se pagaba por los géneros o mercaderías que salían del reino, por los que se introducían en él, o por aquellos con que se comerciaba de un puerto a otro dentro de España. DRAE.
(10) Tributo del tanto por ciento del precio que pagaba al fisco el vendedor en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de permuta. DRAE.
(11) Tribunal de comercio que juzgaba y resolvía los pleitos de los comerciantes de mar y tierra. DRAE.
(12) Derecho que para los gastos de la Marina Real pagaban las embarcaciones mercantes que entraban en los puertos españoles, DRAE
Trabajos citados
BELTRÁN, A. M. (1925). CAPÍTULOS DE LA HISTORIA COLONIAL DE ORURO. La Paz: Sierpe.
CHAVES, D. P. (1896). EXTRACTO DE LAS DECLARACIONES PREVENTIVAS, SOBRE LA INSURRECCIÓN Y LEVANTAMIENTO, CAUSADOS POR PEDRO DOMINGO MURILLO JUAN BAUTISTA SAGÁRNAGA Y DEMÁS CÓMPLICES. En G. R. MORENO, LOS ÚLTIMOS DÍAS COLONIALES DEL PERÚ (pág. 500). Santiago de Chile: Cervantes.
DEMELAS, M. D. (2007). NACIMIENTO DE LA GUERRA DE GUERRILLA, EL DIARIO DE JOSÉ SANTOS VARGAS (1814-1825). La Paz: PLURAL, IFEA.
DIARIO FABULOSO DEL CURA DE ORURO DOCTOR DON PATRICIO GABRIEL MENÉNDEZ- RELACIÓN TRÁGICA DE LOS FUNESTOS Y RUINOSOS ACONTECIMIENTO DE ORURO, 124-4-14 (Buenos Aires 15 de diciembre de 1794).
MORENO, G. R. (1896). ÚLTIMOS DÍAS COLONIALES EN EL ALTO PERÚ. Santiago de Chile: Cervantes.
Antiguo plano de la Villa de San Felipe de Austria
La zona de asentamiento central de Oruro era precisamente Paria (1), la actual ciudad de Oruro al parecer sólo era una zona de explotación minera para el proceso de mita exigido por el Inca, sin embargo, ello no le quita el carácter sacralizado que pudo tener la zona, más aún por ello es posible inferir que era un contexto tabú simbólico por la presencia de toda la serranía sagrada (2).
Aún ahora, sólo en Oruro se puede apreciar que zonas consideradas sagradas como la víbora, han sido invadidas por loteadores, picapedreros o viviendas clandestinas (3). En otros municipios de nuestro país estas zonas son sagradas y no se permite la construcción de viviendas o convertirlas en zonas de explotación.
En 1565 Lorenzo de Aldana es beneficiado con la Encomienda de Paria, la cual le otorga grandes réditos, pues incluso re-descubre minas argentíferas y las explota, fallece en 1573 en Arequipa, imbuido quizás por la piedad cristiana y por la riqueza que consolidó estos años, en estas tierras dona parte de su riqueza para un Mayorazgo, para la religión católica y la asistencia a los nativos de la región. La futura Villa ya empieza a consolidarse como una zona rica en minería de plata, motivo por el cual empiezan a desarrollarse procesos migratorios a la zona. Una gran cantidad de españoles, criollos, indígenas-originarios empiezan a “desarrollar” en Oruro, destacan los hermanos Medrano y Nava de Revolledo. Sin embargo, la creación ipso facto de San Miguel de Uru Uru no permitía gozar de ciertos privilegios, como por ejemplo y seguramente la más poderosa razón, la Encomienda (4).
Entre 1608 y 1675, Oruro es famoso por el proceso de explotación de plata y otros metales, esto determina el crecimiento explosivo demográfico de la zona (criollos, otros villeros, hasta europeos), siempre a los ojos de las autoridades coloniales españolas que nombraban como autoridades a favorecidos por el Virrey, chapetones y otros funcionarios españoles, que veían a Oruro como un “corto periodo” de vida en estas frías tierras, hasta poder acumular fortuna e irse a mejores tierras, o a las propias, pero con bolsillos llenos.
Merced a ello, precisamente, a estas autoridades no les interesaba el desarrollo de Oruro, al contrario, para ellos era una “obligación” estar en Oruro, era sólo un trabajo que debían cumplir. El paso inexorable del tiempo nos mostrará que son los criollos y los mestizos nacidos en Oruro, quienes (poder político mediante) deseaban mandar sobre los destinos de la Villa.
Qué mayor revelación existe, si no es precisamente el hecho de que no existan condiciones de “desarrollo” en la villa y, que las nombradas autoridades sólo gozaban de su “tiempo de cargo obligado” y después desaparecían del lugar, sin haber hecho nada (5). Esa fue la motivación precisamente para que tanto Vélez de Córdova emita su Manifiesto de Agravios o en 1781 el 10 de febrero Jacinto Rodríguez de Herrera, otros criollos y Sebastián Pagador protagonicen su levantamiento. Es la misma motivación para el levantamiento del 6 de octubre de 1810 protagonizado entre otros por Tomas Barrón.
¿Cuáles eran las características de la villa para 1810? Es precisamente el tema que deseamos develar en este artículo. Para ello es menester mencionar que don Marcos Beltrán Ávila en su “Capítulos de la Historia Colonial de Oruro” nos detalla las características del Oruro de entonces, algunos de sus principales aportes se reflejan precisamente en el hecho de explicar que: el Cabildo se encontraba en los altos de la acera norte de la plaza. Por otro lado el 1ro de mayo fiesta del santo patrón titular, San Felipe (BELTRÁN, 1925), 192. Y finaliza con una sentencia terrible para la ciudad.
Así vivió Oruro, esa su triste vida de colonia, sin un rasgo de originalidad, sin un toque de esplendor, huérfana de todo arte, de ciencias y letras, tal que pasado su auge material quedó reducida a un poblacho de poca o ninguna importancia, rica en los productos que atesoraban las entrañas de su tierra, fue pobre en espiritualidad y mísera en cuanto a producción inteligente de cualesquier clase.
¿Habrá sido así la coyuntura de la vida en Oruro?, habrá sido tanto así, que como en el caso de Chuquisaca “… Las castas de europeos, criollos, mestizos e indios formaban, por decirlo así, la urdiembre social de estos pobladores en la capital alto- peruana; habitando los arrabales tan solo el indio, mientras la plebe mestiza ocupaba la plaza mayor i los barrios centrales en tiendas o cuartos a la calle bajo las habitaciones de las clases superiores.” (MORENO, 1896), 9.
Si habría que describir las estructuras sociales en el Oruro de entonces, debamos quizás caracterizar como dice Demelas la presencia de antiguas elites (poderosos y medianos mineros), curas acomodados en la región, caciques para el caso nuestro representantes de los señoríos aymaras, los mestizos (denominados cholos por Beltrán) los negros y los indios (6).
Esta urdimbre social tenía un rol y un espacio social bien definido, comencemos con los españoles y los criollos, merced a su origen de cuna e incluso patria, gozaban de grandes beneficios los primeros y menores ventajas los segundos, aunque “…En la villa no existía la viciada aristocracia que constituía la clase dominadora, no fue exajerada sino parca hasta en sus íntimos entusiasmos, algo huraña y reservada (…)” (BELTRÁN, 1925), 199. Es el caso del ayuntamiento, a decir:
El ayuntamiento está compuesto por el cabildo que cuenta con el siguiente personal: Alcalde ordinario de primer voto, un alcalde ordinario de 2do. voto (los alcaldes ordinarios no reciben prestación alguna, salvo del pago de 4 pesos reales por firma de procesos de civiles no pobres ni criminales), un contador entre partes (fundado en el mayorazgo), un alférez real (no tiene dotación real pero en Sucre se le otorga 100 pesos por sacar el estandarte en la fiesta principal, el día de San Miguel), un alcalde provincial, un regidor- fiel ejecutor (tampoco tienen dotación, solo los emolumentos de su oficio conforme a arancel), un regidor- fiel receptor de penas de cámara (10 por 100 de multas y condenaciones que cobrare), alguacil mayor (se le asigna 200 pesos, para la alcaidía de la cárcel pública, pero también cobra por derecho de ejecución, carcelaje, apremios, etc.), tres regidores anuales. (estos pagan 500 pesos como precio de la vara de acuerdo a real cedula de San Lorenzo de octubre 27 de 1806, es un obsequio procomunal, idealmente se deben elegir seis aunque pueden llegar a cuatro, para 1809 los cinco regidores de Oruro eran José de Serrano, Juan Bautista Federqui, José Mariano del Castillo, Melchor Saavedra y Juan Manuel Porcel) (7). (MORENO, 1896), 341. Para 1809, la administración del Partido de Oruro es: Tomás Barrón, subdelegado real y alcalde mayor de minas y registros; José Posada y Rubín, oficial de las cajas foráneas; José García y Mesa, Ídem. En cuanto a las cajas reales “…en 1803 la hacienda real constaba de la Caja Foránea y el estanco de tabaco”. Cfs. (BELTRÁN, 1925), 293. José María Sánchez Chávez (español) era Ministro contador de la caja real (BELTRÁN, 1925), 310.
Entre otros de los oficios que podía tener un criollo (minero potentado, un cargo público, autoridad eclesiástica), también podía ejercer otras funciones es el caso de Bernardo de Ojeda (el traidor de la revolución) que era maestro de armas (enseñaba esgrima en la villa), los criollos constituían el “Alto Vecindario de Oruro”, o “los vecinos de honor”, entre otros derechos tenían el de estar sentados en los primeros bancos junto a los cabildantes en el templo de la matriz donde se oficiaba la misa y el Te Deum, estar en las estructuras altas construidas para ver las corridas de toros, o ser los primeros acompañantes del estandarte real, cuando este era sacado de la casa del alférez. Sus casas, parcas por fuera, por dentro debieron estar mejor dispuestas con imágenes religiosas y trabajos de orfebrería de plata como sinónimo de distinción, el baile principal a la usanza debía ser el Fandango (CHAVES, 1896), 296. Antiguo baile español, muy común todavía en Andalucía, cantado con acompañamiento de guitarra, castañuelas y hasta de platillos y violín, a tres tiempos y con movimiento vivo y apasionado. DRAE. Otros oficios para los criollos era precisamente el de ser escribano público y de cabildo, ningún resolución, pronunciamiento, etc., podía ser pronunciada por el pregón (un cholo o mestizo) si no tenía las rúbricas de estos personajes según prescripciones tradicionales de la época colonial. Ante la falta de edificios públicos y lugares de divertimento común, buenas eran las casas de los criollos y españoles, los amplios patios con que se contaba era precisamente una peculiaridad para organizar actividades festivas o incluso juntas y los complots contra el régimen. Por otro lado los criollos debieron ser los que tuvieron acceso a armas de fuego y espadas.
En la villa de San Felipe los conjurados alcanzaban a diez, entre los principales eran Juan Vélez de Córdova, Eugenio Pachacnina, Miguel de Castro, Carlos Pérez, Nicolás Pérez de la Cruz Encinas, Bernardo Ojeda, Ramón de Castro, Tomás Agudo, Ambrosio Arze y Lorenzo Terceros. (BELTRÁN, 1925), 200 (8), se reunían principalmente en la noche.
Es interesante notar que Córdova se alía a un cacique indígena y a dos mestizos como parte de su plan, reconoce en este sentido la importancia – y la jerarquía- de estos segmentos de la población que eran necesarios para cumplir con sus planes. En este caso el cacique Pachacnina debió ser un cacique – gobernador nombrado por la Corona.
El estatus y prestigio en esa época colonial se podía identificar si uno tenía un esclavo africano. Este individuo se constituía en sinónimo de distinción, por lo que incluso su compra fue normada por la Corona. “…La importación de “negros” de cualquier edad o sexo a excepción de los niños de pecho 16 pesos por pieza. Aguardiente cuatro piezas el barril, el barril 2 pesos el barril, en los demás productos y frutos el 24 por ciento, incluido el almojarifazgo (9), alcabala (10), subvención, consulado (11), almirantazgo (12), 22 de septiembre de 1808”.
Por ejemplo Vélez de Córdova tenía un esclavo negro llamado Alejandro, Las principales señoras (es el caso de Rosa Manrique de Lara) tenían su propio servicio de inteligencia reflejado precisamente en su servidumbre (la mulata Gregoria Micaela). Estos sujetos se constituían entonces en este elemento de distinción, pero también de información en la villa para sus amos.
La tarea más importante e ingrata en esos momentos revolucionarios debió haber sido el de Corregidor. “…El Presidente Nieto era el responsable de acumular pertrechos de guerra y gente contra el ejército de Buenos Aires, recibió la lamentable noticia de la insurrección de Cochabamba y la deserción de las tropas de la guarnición de Oruro”. (BELTRÁN, 1925), 310.
El pueblo (los cholos o mestizos de acuerdo a la terminología de la época) debieron ser los comerciantes (los mejor acomodados viviendo cerca de los tambos y mercados) los empleados de los empresarios mineros, los mineros (entre mestizos e indígenas, muchos de ellos viviendo del pago de sus servicios, debieron contar con pequeñas pulperías que manejaba el dueño de la mina) y otros (taberneros, chicheros, carniceros, y varios oficios diferentes e incluso hasta vagos), así como varias viudas y huérfanos que deambulaban por la villa, al haber sus esposos y padres muerto en el laboreo de las minas.
El pueblo como tal o por lo menos los denominados cholos, constituían el grueso de la milicia que organizaban las autoridades locales para defender a la villa.
“Con los temores que causaban estas noticias empezaron a darse providencias de alistar gentes, industriarlos en el exercicio militar y prevenir toda especie de pertrechos de guerra para defender la villa y procurar se mantuviese la subordinación y fidelidad a nuestro católico monarca. Todos concurrían gustosos y con el sueldo que a muchos se les havia señalado estaban mas empeñados en obedecer y executar, cuanto el Corregidor les mandaba” (DIARIO FABULOSO DEL CURA DE ORURO DOCTOR DON PATRICIO GABRIEL MENÉNDEZ- RELACIÓN TRÁGICA DE LOS FUNESTOS Y RUINOSOS ACONTECIMIENTOS DE ORURO, 1794), 331.
Para mantener una suerte de fidelidad además del prometido pago el corregidor se las ingeniaba “…Seduciendo a la plebe con aguardiente y cigarros” (CHAVES, 1896), 298. Sin embargo, el pueblo como tal adoptaba esta actitud con el fin de obtener algo de los recursos que impunemente los “dueños de la Villa” se apropiaban a nombre del Rey, es este mismo pueblo que buscará la ocasión para levantarse en armas, para eliminar la estructura jerárquica de la sociedad orureña, e incluso para tomar decisiones fundamentales en la plaza de armas. De ahí precisamente nuestra fama de orureños “levantiscos”.
El caso de los indígenas –podemos hipotetizar- era diferente, muchos de ellos realizaban servicio en las casas de criollos y españoles, generalmente los de la zona de haciendas, otros podían traer y llevar productos hacia la ciudad, otros como mencionamos antes volvían de la mita de Potosí y trabajaban en las minas porque de esa manera podían contar con recursos económicos para retornar a sus ayllus.
A diferencia del pueblo son los criollos y españoles los primeros que tratan de huir de la villa ante los acontecimientos de octubre de 1810. “…Llegando las tropas auxiliares Nieto, ordenó al Ayuntamiento que “evite la fuga de los vecinos y que estén a la defensa de la Villa, publicándose un bando con penas gravísimas contra los que desamparasen sus hogares” (BELTRÁN, 1925), 311.
Estas penas por levantarse –y por no cumplir los preceptos del corregidor- contra el régimen español eran como sigue a continuación:
“… que sea cortada o separada su cabeza, por mano del verdugo; y que puesta en una jaula o crata de yerro sea conducida a la villa de Oruro y colgada en el Rollo de la Plaza, o es la puerta mas principal y entrada de Cerro de Conchupata o de Campo verde, arrastrada antes tio colgarse por las calles publicas, anunciando la voz del Pregon el castigo (…) condeno asimismo a su memoria a perpetua infamia, trascendental a sus hijos y nietos, y a que no pueden obtener empleo honorifico de Republica, dignidad, beneficio eclesiástico ni otro alguno. (…) a que sus propias casas sean derruidas, salados y arados sus sueldos (…) (BELTRÁN, 1925), 322. Eso si deben restituir lo sacado a las cajas reales.
Otro castigo de la época era:
“(…) le condeno a que puesto en un cuero o seron atado a la cola de un rocin, fuese arrastrado por las calles publicas y acostumbradas basta el lugar del suplicio y ahorcado basta que naturalmente muriese dividido en cuartos sobre un tablado y colgados en los caminos públicos, fuera del recinto de aquella muy leal e ilustre ciudad, cortada su cabeza y puesta en una jaula o crata de yerro, conducida a Sora Sora colgada en la plaza mas pública o en alguna de sus puertas mas principales”, (sentencia contra Antonio Flores).
Pero a pesar de todo ello, la gente de Oruro se levantó, se revolucionó buscando mejores días para su destino, y nos legó esta fecha como un elemento identitario poderoso de la formación de la identidad orureña y boliviana.
NOTAS
(1) Carola Condarco ha realizado excavaciones arqueológicas en la zona y ha llegado a la conclusión que era un gran centro incaico donde existían colcas de almacenamiento, además de eje político de la zona.
(2) El trabajo de Carlos Condarco identifica la persistencia de cultos antiguos a los cerros en la zona, más antiguas que de los incas o los aymaras. De ahí a que existan antiguas viviendas, aun no ha podido ser demostrada por la ciencia arqueológica, por lo que resulta una hipótesis sin confirmar.
(3) La UTO a través del Rector David Ismael Rojas en función a la Carrera de Antropología elaboró un proyecto de salvaguarda de la víbora, pero que al parecer no logró sensibilizar a las autoridades departamentales.
(4) El otorgamiento de indígenas para que laboren como mineros por casi nada y como parte de su servicio, ello implicaba una triplicación para los ingresos de los mineros orureños de ese entonces.
(5) Es la crítica actual de algunos medios de comunicación que hacían al ex alcalde de Oruro Edgar Bazán.
(6) Aunque Demelas los caracteriza desde la organización de los valles de Cochabamba (DEMELAS, 2007), 53
(7) Cfs. (MORENO, 1896), 341- 343
(8) Vélez de Córdoba se reunía en ocasiones para hablar de que eran los legítimos señores del suelo, vivían oprimidos bajo la tiranía de España y eran tratados como esclavos, coincidentemente en estas ocasiones no estaban Pachacnina ni Arze y Terceros que eran mestizos. Cfs. (BELTRAN, 1925), 200.
(9) Derecho que se pagaba por los géneros o mercaderías que salían del reino, por los que se introducían en él, o por aquellos con que se comerciaba de un puerto a otro dentro de España. DRAE.
(10) Tributo del tanto por ciento del precio que pagaba al fisco el vendedor en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de permuta. DRAE.
(11) Tribunal de comercio que juzgaba y resolvía los pleitos de los comerciantes de mar y tierra. DRAE.
(12) Derecho que para los gastos de la Marina Real pagaban las embarcaciones mercantes que entraban en los puertos españoles, DRAE
Trabajos citados
BELTRÁN, A. M. (1925). CAPÍTULOS DE LA HISTORIA COLONIAL DE ORURO. La Paz: Sierpe.
CHAVES, D. P. (1896). EXTRACTO DE LAS DECLARACIONES PREVENTIVAS, SOBRE LA INSURRECCIÓN Y LEVANTAMIENTO, CAUSADOS POR PEDRO DOMINGO MURILLO JUAN BAUTISTA SAGÁRNAGA Y DEMÁS CÓMPLICES. En G. R. MORENO, LOS ÚLTIMOS DÍAS COLONIALES DEL PERÚ (pág. 500). Santiago de Chile: Cervantes.
DEMELAS, M. D. (2007). NACIMIENTO DE LA GUERRA DE GUERRILLA, EL DIARIO DE JOSÉ SANTOS VARGAS (1814-1825). La Paz: PLURAL, IFEA.
DIARIO FABULOSO DEL CURA DE ORURO DOCTOR DON PATRICIO GABRIEL MENÉNDEZ- RELACIÓN TRÁGICA DE LOS FUNESTOS Y RUINOSOS ACONTECIMIENTO DE ORURO, 124-4-14 (Buenos Aires 15 de diciembre de 1794).
MORENO, G. R. (1896). ÚLTIMOS DÍAS COLONIALES EN EL ALTO PERÚ. Santiago de Chile: Cervantes.
Antiguo plano de la Villa de San Felipe de Austria
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