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lunes, 1 de noviembre de 2010

El 1° de Noviembre de 1606 Antes de su fundación la Villa de San Felipe fue bendecida por la Iglesia

La presencia de un sacerdote fue fundamental en la fundación de la Villa de San Felipe de Austria, actualmente conocida como la ciudad de Oruro, puesto que aquél fue quien bendijo esta tierra el 1° de Noviembre de 1606, día en que también se conmemora el Día de los Difuntos.

Hace 404 años los habitantes de esta tierra, como creyentes de un Dios Supremo prepararon la celebración al pregón realizado el 29 de octubre por el negro Agustín del Castilla, por este motivo, aún antes de la hora de la misa mayor que se realizaba cuando el sol estaba alto, los vecinos de alta alcurnia ocupaban un sitio en la iglesia, como en las proximidades los nativos esperaban el acontecimiento con asombro y gran expectativa.

Es de esta manera como narra Ángel Torres Sejas en su libro Oruro en su Historia, lo acontecido en este día, para que la ciudadanía tenga presente e imagine como se suscitó el momento de la fundación de nuestra ciudad.

Según la investigación realizada por el escritor, el corregidor y justicia mayor de la provincia de Paria, primera ciudad de esta región, capitán Francisco Roco de Villagutiérrez, acompañado de los hermanos Francisco y Diego de Medrano, que emprendieron la explotación de minas abandonadas dando gracias a San Miguel Arcángel por el hallazgo, junto a otros se trasladaron muy bien ataviados para participar en la misa en la que se fundó la Real Villa de San Felipe de Austria.

La misa o celebración eucarística en la que se realizó la fundación de Oruro, el 1° de Noviembre de 1606, estuvo presidida por el sacerdote Martín Abbad Usúnsulo ante la expectativa de la población y aplausos de los pobladores que aclamaban al Rey Felipe III y a la gracia de Dios, en el templo que estuvo ornamentado y la presencia profunda de unción religiosa “in crescendo” entre la homilía y el credo.

Tras la celebración, el sacerdote Usúnsulo bajó del altar mayor hacia una sobremesa de damasco carmesí con una almohada de terciopelo encima, también carmesí y otra a los pies, haciéndole comparecer a Manuel de Castro y Padilla para tomarle el juramento de fundación de la villa, por lo que se entiende que el sacerdote, en representación de la iglesia, fue parte importante de este hecho histórico.

El sacerdote Usúnsulo con un misal o libro de misa abierto en una mano y la diestra con el signo de la cruz, mientras Manuel de Castro y Padilla estaba hincado, pronunció la fórmula de reglamento: “Señor Licenciado don Manuel de Castro, oidor en la Real Audiencia de La Plata, poblador en nombre del Rey, nuestro señor y por Santa María su bendita madre y por las palabras de los santos cuatro evangelios y por esta señal de la cruz, que hará la población de la Villa que al presente se funda en este asiento como más convenga al servicio de Dios nuestro Señor y de su majestad, bien y conservación de los vecinos y moradores y naturales, conforme a su obligación y hará y guardará todo lo que por razón de dicho cargo de poblador debe hacer y cumplir?, si así hiciere, Dios le ayude”. Castro y Padilla ante expectante silencio, respondió: “Si juro y amén”.

Pasado el momento del juramento de fundación, a la hora de la comunión casi todos los españoles recibieron la sagrada forma, y no pocos nativos conversos. La bendición supo a gloria, como la lectura del último Evangelio.

Concluida la excepcional misa, antes de que ningún creyente abandonase la iglesia, alguien presentó un flamante estandarte de damasco carmesí con las armas y colores reales que el sacerdote bendijo, lo recibió y se dirigió hacia el oidor Castro y Padilla para entregárselo posteriormente.

A Castro, en posesión de la bandera o pendón real, se le unieron Gerónimo Odegardo y Francisco de Medrano para tomar de las puntas y dispuestos a salir de la iglesia hacia la plaza donde fueron ubicadas en el entarimado en medio de aplausos y vítores de los presentes.

Al llegar la procesión hacia la grada, Castro y Padilla, custodios se colocaron arriba, tras lo cual el coro sacerdotal interpretó el Himno Veni Sancte Spiritu.

Antes de la Fundación se dijo una oración y luego se bendijo el lugar donde se iba a fundar la Villa, en ese instante Castro y Padilla alzó en alto la divisa real, tres veces, expresando “la mui noble i leal Villa de Sant Felipe de Austria, por el Rey Don Felipe, nuestro Señor y por sus sucesores en la Corona de Castilla león i el Pirú, ¡que Dios guarde muchos años!.

De esta manera se fundó la Villa de San Felipe de Austria relegándose el hecho más importante de la actividad como fue la verdadera fundación realizada en la iglesia de San Miguel de Oruro, hecho que perduraría en el tiempo.

Es de esta manera, como cuenta Ángel Torres Sejas, este pasaje de la fundación del territorio que ahora es conocido como Oruro, aclarando algunas interrogantes como que si se fundó en la zona de la Ranchería o en lo que conocemos actualmente como la Plaza 10 de Febrero.

Y continuando con este relato sobre la importancia de la participación de la Iglesia en la fundación de Oruro, se cuenta que apenas se calló el bullicio, el fundador, portaestandarte y autoridades, en cortejo retornaron a la Iglesia Mayor, donde se cantó el Te Deum y oró por Felipe III, posteriormente, la comitiva salió del templo en corporación, acompañando al alférez real con el estandarte en alto hasta su domicilio donde quedó el pendón en depósito hasta que fuese necesario, como símbolo del poder real que nadie más que el alférez o abanderado podría sacarlo para otros actos oficiales.

Una vez fundada la Villa de San Felipe de Austria, se formó la comisión reservada sin poder de decisión para realizar la inspección y verificación de datos e informes respecto a la Villa Felipense.

En el informe de Godoy, se hace referencia a la parte religiosa donde manifiesta que halló fundada en la villa una iglesia parroquial con vicario y dos curas españoles, un cura de Taipicala que lo es de todo el servicio de la Villa, un sacristán que también es capellán del Cerro y ocho sacerdotes extravagantes.

También existía en el lugar el monasterio de Santo Domingo con cuatro religiosos sacerdotes, tres predicadores y un lego, el monasterio de San Francisco con seis sacerdotes y dos legos, en el templo de San Agustín con tres sacerdotes y dos legos, el de Nuestra Señora de las Mercedes con tres sacerdotes y un laico.

La característica principal de dichos templos, fue la ornamentación que tenían con donaciones realizadas por los vecinos.

Asimismo, se recuerda que las primeras casas de culto con el tiempo cambiaron de lugar, la Iglesia parroquial ocupaba la manzana del que ahora es el edificio prefectural, el de San Agustín una cuadra hacia arriba, sobre la calle Bolívar, el de San Francisco en el edificio del actual Colegio Simón Bolívar, mientras que el de Nuestra Señora de la Merced en lo que hoy se conoce como el convento de San Francisco.

Posteriormente, los religiosos de la Compañía de Jesús edificaron el templo que fue matriz hasta la construcción de la nueva Catedral.

Como pudimos conocer, la presencia de la Iglesia al momento de la Fundación de la Villa de San Felipe de Austria fue muy importante, puesto que se le tomó en cuenta para que este territorio sea bendecido y protegido por Dios, actos que fueron relevantes, antes y después de la constitución de este territorio.

Luego de la fundación se conoció el trabajo en el tema de educación y salud que también fue emprendido por sacerdotes y personal que trabajaba en los templos, apoyando además a las personas que pasaban necesidades, aunque al pasar los años, algunos habitantes mostraron su descontento porque debían contribuir para sostenerlos, sin tomar en cuenta el apoyo brindado a los más necesitados.

Más adelante, se expulsó de la zona a algunas órdenes religiosas pero no por el descontento del trabajo realizado en el lugar, simplemente por problemas políticos que dañaron los resultados obtenidos por la Iglesia.

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