miércoles, 6 de octubre de 2010

Los habitantes de la Villa de Oruro en 1810

El Estado colonial español debía contar con espacios y zonas de explotación de la materia prima, así como de explotación de los recursos naturales de las colonias americanas. Ese fue su principio y fin. Oruro no fue la excepción a esa regla trazada por los administradores coloniales.

La zona de asentamiento central de Oruro era precisamente Paria (1), la actual ciudad de Oruro al parecer sólo era una zona de explotación minera para el proceso de mita exigido por el Inca, sin embargo, ello no le quita el carácter sacralizado que pudo tener la zona, más aún por ello es posible inferir que era un contexto tabú simbólico por la presencia de toda la serranía sagrada (2).

Aún ahora, sólo en Oruro se puede apreciar que zonas consideradas sagradas como la víbora, han sido invadidas por loteadores, picapedreros o viviendas clandestinas (3). En otros municipios de nuestro país estas zonas son sagradas y no se permite la construcción de viviendas o convertirlas en zonas de explotación.

En 1565 Lorenzo de Aldana es beneficiado con la Encomienda de Paria, la cual le otorga grandes réditos, pues incluso re-descubre minas argentíferas y las explota, fallece en 1573 en Arequipa, imbuido quizás por la piedad cristiana y por la riqueza que consolidó estos años, en estas tierras dona parte de su riqueza para un Mayorazgo, para la religión católica y la asistencia a los nativos de la región. La futura Villa ya empieza a consolidarse como una zona rica en minería de plata, motivo por el cual empiezan a desarrollarse procesos migratorios a la zona. Una gran cantidad de españoles, criollos, indígenas-originarios empiezan a “desarrollar” en Oruro, destacan los hermanos Medrano y Nava de Revolledo. Sin embargo, la creación ipso facto de San Miguel de Uru Uru no permitía gozar de ciertos privilegios, como por ejemplo y seguramente la más poderosa razón, la Encomienda (4).

Entre 1608 y 1675, Oruro es famoso por el proceso de explotación de plata y otros metales, esto determina el crecimiento explosivo demográfico de la zona (criollos, otros villeros, hasta europeos), siempre a los ojos de las autoridades coloniales españolas que nombraban como autoridades a favorecidos por el Virrey, chapetones y otros funcionarios españoles, que veían a Oruro como un “corto periodo” de vida en estas frías tierras, hasta poder acumular fortuna e irse a mejores tierras, o a las propias, pero con bolsillos llenos.

Merced a ello, precisamente, a estas autoridades no les interesaba el desarrollo de Oruro, al contrario, para ellos era una “obligación” estar en Oruro, era sólo un trabajo que debían cumplir. El paso inexorable del tiempo nos mostrará que son los criollos y los mestizos nacidos en Oruro, quienes (poder político mediante) deseaban mandar sobre los destinos de la Villa.

Qué mayor revelación existe, si no es precisamente el hecho de que no existan condiciones de “desarrollo” en la villa y, que las nombradas autoridades sólo gozaban de su “tiempo de cargo obligado” y después desaparecían del lugar, sin haber hecho nada (5). Esa fue la motivación precisamente para que tanto Vélez de Córdova emita su Manifiesto de Agravios o en 1781 el 10 de febrero Jacinto Rodríguez de Herrera, otros criollos y Sebastián Pagador protagonicen su levantamiento. Es la misma motivación para el levantamiento del 6 de octubre de 1810 protagonizado entre otros por Tomas Barrón.

¿Cuáles eran las características de la villa para 1810? Es precisamente el tema que deseamos develar en este artículo. Para ello es menester mencionar que don Marcos Beltrán Ávila en su “Capítulos de la Historia Colonial de Oruro” nos detalla las características del Oruro de entonces, algunos de sus principales aportes se reflejan precisamente en el hecho de explicar que: el Cabildo se encontraba en los altos de la acera norte de la plaza. Por otro lado el 1ro de mayo fiesta del santo patrón titular, San Felipe (BELTRÁN, 1925), 192. Y finaliza con una sentencia terrible para la ciudad.

Así vivió Oruro, esa su triste vida de colonia, sin un rasgo de originalidad, sin un toque de esplendor, huérfana de todo arte, de ciencias y letras, tal que pasado su auge material quedó reducida a un poblacho de poca o ninguna importancia, rica en los productos que atesoraban las entrañas de su tierra, fue pobre en espiritualidad y mísera en cuanto a producción inteligente de cualesquier clase.

¿Habrá sido así la coyuntura de la vida en Oruro?, habrá sido tanto así, que como en el caso de Chuquisaca “… Las castas de europeos, criollos, mestizos e indios formaban, por decirlo así, la urdiembre social de estos pobladores en la capital alto- peruana; habitando los arrabales tan solo el indio, mientras la plebe mestiza ocupaba la plaza mayor i los barrios centrales en tiendas o cuartos a la calle bajo las habitaciones de las clases superiores.” (MORENO, 1896), 9.

Si habría que describir las estructuras sociales en el Oruro de entonces, debamos quizás caracterizar como dice Demelas la presencia de antiguas elites (poderosos y medianos mineros), curas acomodados en la región, caciques para el caso nuestro representantes de los señoríos aymaras, los mestizos (denominados cholos por Beltrán) los negros y los indios (6).

Esta urdimbre social tenía un rol y un espacio social bien definido, comencemos con los españoles y los criollos, merced a su origen de cuna e incluso patria, gozaban de grandes beneficios los primeros y menores ventajas los segundos, aunque “…En la villa no existía la viciada aristocracia que constituía la clase dominadora, no fue exajerada sino parca hasta en sus íntimos entusiasmos, algo huraña y reservada (…)” (BELTRÁN, 1925), 199. Es el caso del ayuntamiento, a decir:

El ayuntamiento está compuesto por el cabildo que cuenta con el siguiente personal: Alcalde ordinario de primer voto, un alcalde ordinario de 2do. voto (los alcaldes ordinarios no reciben prestación alguna, salvo del pago de 4 pesos reales por firma de procesos de civiles no pobres ni criminales), un contador entre partes (fundado en el mayorazgo), un alférez real (no tiene dotación real pero en Sucre se le otorga 100 pesos por sacar el estandarte en la fiesta principal, el día de San Miguel), un alcalde provincial, un regidor- fiel ejecutor (tampoco tienen dotación, solo los emolumentos de su oficio conforme a arancel), un regidor- fiel receptor de penas de cámara (10 por 100 de multas y condenaciones que cobrare), alguacil mayor (se le asigna 200 pesos, para la alcaidía de la cárcel pública, pero también cobra por derecho de ejecución, carcelaje, apremios, etc.), tres regidores anuales. (estos pagan 500 pesos como precio de la vara de acuerdo a real cedula de San Lorenzo de octubre 27 de 1806, es un obsequio procomunal, idealmente se deben elegir seis aunque pueden llegar a cuatro, para 1809 los cinco regidores de Oruro eran José de Serrano, Juan Bautista Federqui, José Mariano del Castillo, Melchor Saavedra y Juan Manuel Porcel) (7). (MORENO, 1896), 341. Para 1809, la administración del Partido de Oruro es: Tomás Barrón, subdelegado real y alcalde mayor de minas y registros; José Posada y Rubín, oficial de las cajas foráneas; José García y Mesa, Ídem. En cuanto a las cajas reales “…en 1803 la hacienda real constaba de la Caja Foránea y el estanco de tabaco”. Cfs. (BELTRÁN, 1925), 293. José María Sánchez Chávez (español) era Ministro contador de la caja real (BELTRÁN, 1925), 310.

Entre otros de los oficios que podía tener un criollo (minero potentado, un cargo público, autoridad eclesiástica), también podía ejercer otras funciones es el caso de Bernardo de Ojeda (el traidor de la revolución) que era maestro de armas (enseñaba esgrima en la villa), los criollos constituían el “Alto Vecindario de Oruro”, o “los vecinos de honor”, entre otros derechos tenían el de estar sentados en los primeros bancos junto a los cabildantes en el templo de la matriz donde se oficiaba la misa y el Te Deum, estar en las estructuras altas construidas para ver las corridas de toros, o ser los primeros acompañantes del estandarte real, cuando este era sacado de la casa del alférez. Sus casas, parcas por fuera, por dentro debieron estar mejor dispuestas con imágenes religiosas y trabajos de orfebrería de plata como sinónimo de distinción, el baile principal a la usanza debía ser el Fandango (CHAVES, 1896), 296. Antiguo baile español, muy común todavía en Andalucía, cantado con acompañamiento de guitarra, castañuelas y hasta de platillos y violín, a tres tiempos y con movimiento vivo y apasionado. DRAE. Otros oficios para los criollos era precisamente el de ser escribano público y de cabildo, ningún resolución, pronunciamiento, etc., podía ser pronunciada por el pregón (un cholo o mestizo) si no tenía las rúbricas de estos personajes según prescripciones tradicionales de la época colonial. Ante la falta de edificios públicos y lugares de divertimento común, buenas eran las casas de los criollos y españoles, los amplios patios con que se contaba era precisamente una peculiaridad para organizar actividades festivas o incluso juntas y los complots contra el régimen. Por otro lado los criollos debieron ser los que tuvieron acceso a armas de fuego y espadas.

En la villa de San Felipe los conjurados alcanzaban a diez, entre los principales eran Juan Vélez de Córdova, Eugenio Pachacnina, Miguel de Castro, Carlos Pérez, Nicolás Pérez de la Cruz Encinas, Bernardo Ojeda, Ramón de Castro, Tomás Agudo, Ambrosio Arze y Lorenzo Terceros. (BELTRÁN, 1925), 200 (8), se reunían principalmente en la noche.

Es interesante notar que Córdova se alía a un cacique indígena y a dos mestizos como parte de su plan, reconoce en este sentido la importancia – y la jerarquía- de estos segmentos de la población que eran necesarios para cumplir con sus planes. En este caso el cacique Pachacnina debió ser un cacique – gobernador nombrado por la Corona.

El estatus y prestigio en esa época colonial se podía identificar si uno tenía un esclavo africano. Este individuo se constituía en sinónimo de distinción, por lo que incluso su compra fue normada por la Corona. “…La importación de “negros” de cualquier edad o sexo a excepción de los niños de pecho 16 pesos por pieza. Aguardiente cuatro piezas el barril, el barril 2 pesos el barril, en los demás productos y frutos el 24 por ciento, incluido el almojarifazgo (9), alcabala (10), subvención, consulado (11), almirantazgo (12), 22 de septiembre de 1808”.

Por ejemplo Vélez de Córdova tenía un esclavo negro llamado Alejandro, Las principales señoras (es el caso de Rosa Manrique de Lara) tenían su propio servicio de inteligencia reflejado precisamente en su servidumbre (la mulata Gregoria Micaela). Estos sujetos se constituían entonces en este elemento de distinción, pero también de información en la villa para sus amos.

La tarea más importante e ingrata en esos momentos revolucionarios debió haber sido el de Corregidor. “…El Presidente Nieto era el responsable de acumular pertrechos de guerra y gente contra el ejército de Buenos Aires, recibió la lamentable noticia de la insurrección de Cochabamba y la deserción de las tropas de la guarnición de Oruro”. (BELTRÁN, 1925), 310.

El pueblo (los cholos o mestizos de acuerdo a la terminología de la época) debieron ser los comerciantes (los mejor acomodados viviendo cerca de los tambos y mercados) los empleados de los empresarios mineros, los mineros (entre mestizos e indígenas, muchos de ellos viviendo del pago de sus servicios, debieron contar con pequeñas pulperías que manejaba el dueño de la mina) y otros (taberneros, chicheros, carniceros, y varios oficios diferentes e incluso hasta vagos), así como varias viudas y huérfanos que deambulaban por la villa, al haber sus esposos y padres muerto en el laboreo de las minas.

El pueblo como tal o por lo menos los denominados cholos, constituían el grueso de la milicia que organizaban las autoridades locales para defender a la villa.

“Con los temores que causaban estas noticias empezaron a darse providencias de alistar gentes, industriarlos en el exercicio militar y prevenir toda especie de pertrechos de guerra para defender la villa y procurar se mantuviese la subordinación y fidelidad a nuestro católico monarca. Todos concurrían gustosos y con el sueldo que a muchos se les havia señalado estaban mas empeñados en obedecer y executar, cuanto el Corregidor les mandaba” (DIARIO FABULOSO DEL CURA DE ORURO DOCTOR DON PATRICIO GABRIEL MENÉNDEZ- RELACIÓN TRÁGICA DE LOS FUNESTOS Y RUINOSOS ACONTECIMIENTOS DE ORURO, 1794), 331.

Para mantener una suerte de fidelidad además del prometido pago el corregidor se las ingeniaba “…Seduciendo a la plebe con aguardiente y cigarros” (CHAVES, 1896), 298. Sin embargo, el pueblo como tal adoptaba esta actitud con el fin de obtener algo de los recursos que impunemente los “dueños de la Villa” se apropiaban a nombre del Rey, es este mismo pueblo que buscará la ocasión para levantarse en armas, para eliminar la estructura jerárquica de la sociedad orureña, e incluso para tomar decisiones fundamentales en la plaza de armas. De ahí precisamente nuestra fama de orureños “levantiscos”.

El caso de los indígenas –podemos hipotetizar- era diferente, muchos de ellos realizaban servicio en las casas de criollos y españoles, generalmente los de la zona de haciendas, otros podían traer y llevar productos hacia la ciudad, otros como mencionamos antes volvían de la mita de Potosí y trabajaban en las minas porque de esa manera podían contar con recursos económicos para retornar a sus ayllus.

A diferencia del pueblo son los criollos y españoles los primeros que tratan de huir de la villa ante los acontecimientos de octubre de 1810. “…Llegando las tropas auxiliares Nieto, ordenó al Ayuntamiento que “evite la fuga de los vecinos y que estén a la defensa de la Villa, publicándose un bando con penas gravísimas contra los que desamparasen sus hogares” (BELTRÁN, 1925), 311.

Estas penas por levantarse –y por no cumplir los preceptos del corregidor- contra el régimen español eran como sigue a continuación:

“… que sea cortada o separada su cabeza, por mano del verdugo; y que puesta en una jaula o crata de yerro sea conducida a la villa de Oruro y colgada en el Rollo de la Plaza, o es la puerta mas principal y entrada de Cerro de Conchupata o de Campo verde, arrastrada antes tio colgarse por las calles publicas, anunciando la voz del Pregon el castigo (…) condeno asimismo a su memoria a perpetua infamia, trascendental a sus hijos y nietos, y a que no pueden obtener empleo honorifico de Republica, dignidad, beneficio eclesiástico ni otro alguno. (…) a que sus propias casas sean derruidas, salados y arados sus sueldos (…) (BELTRÁN, 1925), 322. Eso si deben restituir lo sacado a las cajas reales.

Otro castigo de la época era:

“(…) le condeno a que puesto en un cuero o seron atado a la cola de un rocin, fuese arrastrado por las calles publicas y acostumbradas basta el lugar del suplicio y ahorcado basta que naturalmente muriese dividido en cuartos sobre un tablado y colgados en los caminos públicos, fuera del recinto de aquella muy leal e ilustre ciudad, cortada su cabeza y puesta en una jaula o crata de yerro, conducida a Sora Sora colgada en la plaza mas pública o en alguna de sus puertas mas principales”, (sentencia contra Antonio Flores).

Pero a pesar de todo ello, la gente de Oruro se levantó, se revolucionó buscando mejores días para su destino, y nos legó esta fecha como un elemento identitario poderoso de la formación de la identidad orureña y boliviana.

NOTAS

(1) Carola Condarco ha realizado excavaciones arqueológicas en la zona y ha llegado a la conclusión que era un gran centro incaico donde existían colcas de almacenamiento, además de eje político de la zona.

(2) El trabajo de Carlos Condarco identifica la persistencia de cultos antiguos a los cerros en la zona, más antiguas que de los incas o los aymaras. De ahí a que existan antiguas viviendas, aun no ha podido ser demostrada por la ciencia arqueológica, por lo que resulta una hipótesis sin confirmar.

(3) La UTO a través del Rector David Ismael Rojas en función a la Carrera de Antropología elaboró un proyecto de salvaguarda de la víbora, pero que al parecer no logró sensibilizar a las autoridades departamentales.

(4) El otorgamiento de indígenas para que laboren como mineros por casi nada y como parte de su servicio, ello implicaba una triplicación para los ingresos de los mineros orureños de ese entonces.

(5) Es la crítica actual de algunos medios de comunicación que hacían al ex alcalde de Oruro Edgar Bazán.

(6) Aunque Demelas los caracteriza desde la organización de los valles de Cochabamba (DEMELAS, 2007), 53

(7) Cfs. (MORENO, 1896), 341- 343

(8) Vélez de Córdoba se reunía en ocasiones para hablar de que eran los legítimos señores del suelo, vivían oprimidos bajo la tiranía de España y eran tratados como esclavos, coincidentemente en estas ocasiones no estaban Pachacnina ni Arze y Terceros que eran mestizos. Cfs. (BELTRAN, 1925), 200.

(9) Derecho que se pagaba por los géneros o mercaderías que salían del reino, por los que se introducían en él, o por aquellos con que se comerciaba de un puerto a otro dentro de España. DRAE.

(10) Tributo del tanto por ciento del precio que pagaba al fisco el vendedor en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de permuta. DRAE.

(11) Tribunal de comercio que juzgaba y resolvía los pleitos de los comerciantes de mar y tierra. DRAE.

(12) Derecho que para los gastos de la Marina Real pagaban las embarcaciones mercantes que entraban en los puertos españoles, DRAE

Trabajos citados

BELTRÁN, A. M. (1925). CAPÍTULOS DE LA HISTORIA COLONIAL DE ORURO. La Paz: Sierpe.

CHAVES, D. P. (1896). EXTRACTO DE LAS DECLARACIONES PREVENTIVAS, SOBRE LA INSURRECCIÓN Y LEVANTAMIENTO, CAUSADOS POR PEDRO DOMINGO MURILLO JUAN BAUTISTA SAGÁRNAGA Y DEMÁS CÓMPLICES. En G. R. MORENO, LOS ÚLTIMOS DÍAS COLONIALES DEL PERÚ (pág. 500). Santiago de Chile: Cervantes.

DEMELAS, M. D. (2007). NACIMIENTO DE LA GUERRA DE GUERRILLA, EL DIARIO DE JOSÉ SANTOS VARGAS (1814-1825). La Paz: PLURAL, IFEA.

DIARIO FABULOSO DEL CURA DE ORURO DOCTOR DON PATRICIO GABRIEL MENÉNDEZ- RELACIÓN TRÁGICA DE LOS FUNESTOS Y RUINOSOS ACONTECIMIENTO DE ORURO, 124-4-14 (Buenos Aires 15 de diciembre de 1794).

MORENO, G. R. (1896). ÚLTIMOS DÍAS COLONIALES EN EL ALTO PERÚ. Santiago de Chile: Cervantes.


Antiguo plano de la Villa de San Felipe de Austria

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